sábado, 26 de diciembre de 2009

Navidad Confesa

Todo empezó con un "no tengo tiempo"; "No puedo hacer todo"; "No puedo más". Y así, de golpe dejé de escribir. La verdad es que sí tengo muchísimo trabajo, muchas responsabilidades, mucho sueño. También es cierto que escribir y compartir mis vivencias en el blog me hace bien. Lo disfruto. No puedo decir que estoy triste, ni pasando un mal momento. Todo lo contrario. Estoy feliz, segura, equilibrada emocionalmente, enamorada de A. y de mis hijos.

Sin embargo dejé de escribir hace más de un mes. Después de descorchar varias botellas de champagne y engullir varios puñados de nueces debo confesar que hace un mes también dejé de cuidarme con las comidas. Jamás creí en las casualidades. Así que no creo que haya sido casual mirar el blog hoy, leer los que me encantan, ver los comentarios que me dejaron y los mails. Antes que nada gracias por eso. Y, luego, aunque no sepa bien cómo, intentaré retomar los posts, la lectura y desde ya la dieta. Necesito volver a desconectarme de lo excesivo. De todo eso que me pone fuerte pero en el mal sentido, como un monstruo engreído que por momentos se convence de no necesitar ayuda.

Intento ser sincera y me doy cuenta de que no estoy convencida de volver a escribir en empiezo el lunes. Pero también sé que lo voy a intentar. Lo prometo. Así que brindo por eso!

lunes, 23 de noviembre de 2009

Abducida

Hubo una serie que hacía referencia a la abducción. En inglés era “Taken”, pero el castellano ridículo de las distribuidoras la bautizó en Latinoamérica como "Abducidos". También hay un corto muy divertido de Pixar que ilustra esta fantasía extraterrestre. El punto es que para explicarme a mi misma porqué abandoné el blog por casi veinte días se me representó este concepto.

Fui tomada por la adrenalina. Recaí una vez más en el estado desenfrenado que más me gusta y que más odio. Ese que me permite cumplir con todo y todos. Fueron días de exceso de trabajo, responsabilidades, eventos, charlas, fiestas escolares, madrugones tremendos y desvelos insoportables. Días que no me hacen bien pero que manejo de taquito porque son demasiado conocidos.

Pasaron dos cosas para que tomara conciencia; para que retornara a mis espacios elegidos. La primera es demasiado triste y no tiene sentido contarla acá.

Y la segunda es que con A. cumplimos 12 años de convivencia el 7 de noviembre. La pasamos genial durante el festejo y nos reelegimos una vez más después de una crisis sorteada vía amor y terapia de pareja. El punto es que en el medio del festejo, Aníbal me sorprendió con una serie de regalos que finalizaban con una carta que me invitaba a casarme con él. Sí. Leyeron bien y, aunque nunca creí que alguien fuera a pedirme matrimonio formalmente, me gustó y por supuesto dije que sí. Me di cuenta de que mi supuesta pose de chica anticursi puede flaquear ante propuestas matrimoniales.

Cuando terminamos de festejar, hablamos de la fecha y pensamos en que la primavera del año que viene podría ser viable. En realidad queremos casarnos para festejar y para que nuestros hijos festejen con nosotros. No queremos una fiesta en la que los novios se transformen en muñecos de torta. Odio esas fiestas. No entiendo cómo la gente no siente un poco de vergüenza ante tanto protagonismo. No entiendo al vals ni que tiren a los novios por el aire; no comprendo el tema meloso de la noche, ni que el novio se ponga un gorro brilloso de River para danzar al ritmo del fatídico carnaval carioca. No logro conectar con esas cosas.

Sí, en cambio, me parece que está bueno hacer una ceremonia (sin religiones de por medio) celebrando nuestro compromiso con una fiesta pequeña en la que se coma muy rico, se tome buen vino y se baile muuucho con música increíble. Eso es lo que queremos.

Ahora bien. Cualquiera que comparta mis delirios de Dieta Club diría “ahora tenés el objetivo perfecto para llegar a tu peso”. Sin embargo amigos y amigas hace exactamente veinte días que he sido abducida por lo dulce y lo salado (ni siquiera tengo preferencias entre uno u otro). No puedo parar de comer pensando en mi atuendo, en mi pelo, mi maquillaje, el futuro y en mi culo. Y no se me ocurre mejor cosa que hacerlo crecer aún más.

Será que la palabra “casamiento”o “señora” me dan miedo? Es cierto que en mi inconciente la adultez y las señoreces son directamente proporcionales a lo aburrido pero también sé que esas sentencias tienen que ser desterradas. Por otro lado, Aníbal es el hombre que puede descubrirme como nadie, es el que posee el modo perfecto para lidiar conmigo. Será que me asusta la firma ante la justicia? Lo digo y me dá piel de gallina. O será que en realidad fui abducida por mi inconciente? Eh????????

miércoles, 4 de noviembre de 2009

El imperdible reencuentro con Alejandro

Alejandro es un ex compañero de Dieta Club. Yo dejé de ir hace tiempo pero nuestra amistad continuó. Un tipo adorable, fanático de Star Wars, agudo pero con muchísimos problemas de autoestima. Desde el día 1, él y yo nos tratamos de usted.
Alejandro es una de las personas más cordiales que conozco. Y sus abrazos siempre me hacen sentir bien. El 25 de octubre me llamó para mi cumpleaños, me felicitó, me hizo las preguntas pertinentes y luego quedamos en vernos en el bar de siempre. Ayer a las 17 hs. nos encontramos, café con leche de por medio.

Alejandro: Mi queridísima Caro! Usted cumple años pero cada año está mejor!! Feliz cumpleaños amiga!
C..: Estimadísimo! Usted siempre tan atento. Cómo le va? Cuántas ganas tenía de verlo! Escúcheme, quiero que me lo cuente todo. Soy toda oídos.
Alejandro: Le brillan los ojos… Dígame, qué quiere que le cuente?
JuC..: Usted sabe perfectamente a qué me refiero. Un pajarito me contó que está enamorado.
Alejandro: Me parece a mí o el pajarito es una pajarita transformada en una urraca parlanchina que no deja de hablar acerca de la vida de los demás?
(Alejandro se refiere a una compañera insoportable que sufre del mal del chisme)
C..: Bingo! Fue ella! Pero usted no se preocupe porque le dije que ya lo sabía y que me parecía descortés de su parte que se lo contara a cualquier pelandrún que se le cruzara por su avaro camino.
Alejandro: Epa, hasta a mí me dolieron sus palabras.
C..: Y bueno, si se mete con los que quiero está sonada. Pero más allá de la urraca, usted me tiene que contar. Lo escucho. Soy Luisa Delfino.
Alejandro: Hace unos meses entró a la empresa en la que trabajo María como contadora. Desde el momento en que me la presentaron no pude quitarle mis ojos de encima. Pero María era un imposible para mí. Linda, simpática, inteligente, una voz tipo Betty Elizalde impresionante!
C..: Betty Elizalde? Su modernidad me aja el alma.
Alejandro: La cosa es que estaba tan convencido de que era un imposible que me relajé y fui yo mismo, el que sociabiliza a partir del humor. Mi objetivo era ser su amigo.
C..: Me hizo caso y aprovechó su actitud!
Alejandro: Amiga, pero juro que lo hice desde la mediocridad, la espontaneidad. Si hubiera sabido que tenía una chance, me hubiera esforzado de una manera… digamos… de una manera…
C..: Disculpe pero usted ya lo dijo… de una manera forzada
Alejandro: Probablemente, seguramente usted tiene razón. El punto es que empezamos a almorzar, a compartir momentos, intercambios de música, cine…
C..: (emocionada) Así se empiezaa!! Siempre!!! Con el intercambio cultural!
Alejandro: Sigo relatándole. Un día me invitó a comer a su casa porque iba a cocinar recetas armenias. Yo fui, como un tonto, pensando que me había invitado junto a varias personas más. Pero no, cuando llegué había velas, un ambiente querendón, y María totalmente hermosa. Entiende?
C..: Hermosa para usted. Con el ambiente querendón para usted.
Alejandro: Eso mismo. Nunca nadie había hecho algo así para mí. Y la verdad es que cuando registré lo que estaba pasando no lo podía creer. Tuve diálogos inocuos conmigo mismo.
C..: Dígame que reaccionó por favor!
Alejandro: Ella me hizo reaccionar. Me dijo que me sentara, empezamos a comer. Ay, Caro qué platos tan calóricos! Esa semana no me pesé!
C..: Jajajajajaj, pero escúcheme qué le importa! Después de semejante muestra de amor que todos los Cormillot se metan las dietas en el cónclave argentino.
Alejandro: Comimos y de pronto se sentó a mi lado. Me tocó la cara con sus manos y me besó.
C.: Estoy a punto de suspirar diez veces seguidas.
Alejandro: Desde ese momento fui yo el que no dejó de suspirar. Fueron tres meses hermosos, gloriosos, llenos de amor, belleza, caricias y sexo. Hacía tiempo que no tenía tanto sexo seguido.
C..: Por favor acostúmbrese! Que el sexo es demasiado necesario en esta vida ingrata.
Alejandro: Ahora que lo probé con constancia estoy de acuerdo con usted.
C.: Entonces, cuanto hace ya que están juntos.
Alejandro: No estamos más. Me dejó hace diez días sin muchas explicaciones. Me dijo que ella no creía en las relaciones largas, que lo nuestro había sido hermoso pero que le parecía mejor que no nos viéramos más fuera del trabajo. Y así nomás, de un día para el otro dejó de mirarme. Y ahora se va todas las tardes con el de tesorería.
C..: Dígame que es un chiste. Que ese final se le acaba de ocurrir para jugarme una mala pasada.
Alejandro: Nooo. Usted sabe que yo no soy fan del golpe bajo.
C..: Entonces estamos hablando de un perfil manipulador. De una mujer que busca enamorar personas para después dejarlos.
Alejandro: No podría confirmarlo.
C.: Déme ya sus señas particulares y datos así planeo su asesinato.
Alejandro: (tentado) Mire ahora lo que me preocupa es mi estado. Ella ya no me importa. Sentí que me iba a morir pero ahora siento que tengo que asumir lo que sucedió. Sin embargo la sensación siguiente es que nunca más voy a estar con alguien y entonces inevitablemente siento muchas ganas de comer.
C..: Pero mi amigo. El hecho de pensar en “no estar nunca más con alguien”, es una sentencia enorme. Y provoca un vacío profundo. Cómo no va a querer llenarlo. Usted tiene que entender que ésto es una experiencia y que de ahora en más tiene más conocimiento para tener más experiencias. No?
Alejandro: Usted sabe comprender a las personas. Pero cómo hago para sentirlo así de perfecto como usted lo dice…

Suspiré largo. Me levanté e intenté abrazarlo como él me abraza. Intenté decirle con mi abrazo que yo estaba ahí y que en ese momento lo iba a proteger. Volví a mi asiento. Lo miré fijo.

C.: La verdad es que no lo sé. Lo va a tener que descubrir pero para ello quizás necesite ayuda.
Alejandro: De un profesional?
C..: Claro. A mí me parece que lo de María es un síntoma y usted tiene que aprender de su enfermedad.
Alejandro: Sí. Es cierto. Tiene un teléfono?
C..: Por supuesto. Tengo el teléfono de los dos mejores que conozco.

Y ahí nomás, saqué una birome y le anoté los teléfonos en una servilleta. Como en los tiempos de antes.

Alejandro: Gracias, Caro.
C..: De nada amigo querido. Usted va a salir adelante.
Alejandro: (dando por terminado el tema) Y dígame… no le apetece un pebete de crudo y queso??

P.d. Yo sé que me salió largo pero díganme si Alejandro no se lo merece? No les cae enormemente bien????

lunes, 2 de noviembre de 2009

La Cita Perfecta

El sábado fue un gran día. El momento que A. y yo esperábamos. Los chicos se iban a casa de su abuelo y tendríamos una noche especial para nosotros. Hicimos un plan perfecto. Salir a cenar, ir al cine, tener una noche desenfrenada y dormir hasta las 12 del mediodía.

El sábado por la tarde preparamos las mochilas de los niños, les hicimos un listado de reglas, los abrazamos y besamos, les hicimos “chau” desde el balcón, cerramos la puerta y sí, nos miramos cómplices festejando en silencio. Era un momento único, no había demandas de ningún tipo, no había peleas, ni llantos. Todo era silencio, armonía y paz.

Comencé a prepararme para la noche. Me fui a depilar, me hice las manos y pies, compré ropa interior. Llegué a casa, nos bañamos. Empecé a maquillarme frente al ventanal de mi cuarto y no podía creer la cantidad de agua que caía del cielo. No dí crédito al deseo de quedarme en casa. No podía de ningún modo arruinar nuestro plan.

A las ocho de la noche, me senté frente al placard para elegir la ropa. De pronto, A. me abrazó, me dió un beso y allí mismo supe que no iríamos a ningún lado. Que aunque yo no había dicho palabra, él ya me había entendido y coincidía. La invitación se transformó en algo distinto.

Nos pusimos nuestras ropas más cómodas, miramos pelis, escuchamos música, comimos en la cama, nos emborrachamos un poco, anduvimos en paños menores por toda la casa y por supuesto que tuvimos nuestra noche desenfrenada. Lo que más me gustó fue el factor sorpresa, el plan trunco, el no controlar y dejarme llevar. Fue, sin lugar a dudas, la Cita Perfecta.

jueves, 29 de octubre de 2009

Light pero con onda!

Yo sé que es importante comer sano y poco cuando uno desea cuidarse pero hay ciertos estereotipos de las dietas que me generan discordia. Me pongo combativa e inicio una guerra contra los planes de alimentación desabridos y sufridos. Después de haber pasado el 80% de mi vida transitando las mil y una dietas, hay cosas que hoy ya no acepto. Y es como un lema. Es como una guerra del estilo Beatles vs Rolling Stones; Mariah Carey vs Whitney Houston; Coca Cola vs Pepsi, Pergolini vsTinelli; Canosa vs Rial. La mía es Julia Q. vs la Comida sin Onda, sin Sabor.

Voy en contra de las viandas congeladas salvo que las haga alguna cocinera o empresa amiga. Ni Dios sabe qué corno hay en ese conglomerado helado de colores verdes y naranjas. Ni hablar de las tartitas preparadas de góndola que directamente son un crimen. Son ellas las que deberían tener el cartel NO TOCAR. Es anormal que todavía haya nutricionistas que sólo den para comer bife con calabaza o media pechuga de pollo con ensalada de lechuga y tomate! Es que no conocen la rúcula, las escarolas, los alcauciles, las chauchas, los tomates secos, los hongos, y podría seguir la vida entera nombrando verduras ricas.

A qué resentido se le ocurrió crear la gelatina!!! Ese experimento de agua con colorante y encima la versión Light con sacarina! Cómo puede ser que el yogurt light siga teniendo gusto a Agarol! Estos temas a veces se vuelven “el tema”.

Hay tantas cosas ricas para hacer y probar! Empezó la primavera! Hoy hizo mucho calor y mis kilos de más quedan totalmente expuestos en mi inconciente. Apuesto a los licuados de todo tipo, las aguas saborizadas, el té, las ensaladas, las carnes cocidas a punto y, sin lugar a dudas, a Pilates por más que me destaque cantando. Pero, por las dudas, el lunes veo a un médico nuevo nutricionista. No sé bien porqué. Quizás porque busque protección, contención, un límite. Quizás porque no esté acostumbrada a hacer ésto sola. O quizás solamente se trate de seguir la línea empezando el lunes. Sí. El lunes es un gran día!! Sigamos empezando (y ésto puede aplicarse a todo).

PD recomiendo, de paso, algunos lugares conocer y después copiar en casa. Pura Vida (por los licuados, jugos y ensaladas); Tea Connection (por las aguas saborizadas, los Té y los wraps) y Freddo (por el helado Light de dulce de leche).

lunes, 19 de octubre de 2009

Ellas y Yo

Hace un mes y medio empecé Pilates. Debo decir que, después de haber pasado por 108 experiencias deportivas, ésta es la primera vez que disfruto de una. A mi manera, claro. Sin embargo, lo que me sorprende es que me siento diametralmente opuesta a mis compañeras. Van algunos ejemplos:

Ellas: Usan calzas negras o grises, bien cuidadas y siempre de marca.
Yo: Tengo un solo jogging. Me queda grande. A mí me encanta la ropa, pero antes de invertir en un equipo de gimnasia en lugar de en un jean o una cartera soy capaz de emular a los japoneses y hacerme el Hara-kiri.

Ellas: Mientras hacen los ejercicios, piden constantemente generando un efecto dominó (pide una, piden todas): “me ponés más peso?”
Yo: A las 7,40 hs. salgo corriendo de mi casa para ser la primera y elegir la camilla más liviana.

Ellas: Se ponen contentas mientras hacen los ejercicios. Sonríen, gritan un “uh” (es agudo y hacia arriba. No confundir con el “uh” de abucheo).
Yo: Me enojo en silencio hasta que no aguanto más, empiezo a quejarme y le digo a la profesora “Basta. Estás loca!”. Se lo digo en serio.

Ellas: Cuentan las secuencias al compás de la profesora.
Yo: No puedo dejar de escuchar la música y armonizar los coros.

Ellas: A la hora del rélax se estiran, exhalan, bostezan, realmente se relajan.
Yo: Me tiento a carcajadas porque para ese momento queda sonando un tema de Enrique Iglesias. Y la verdad es que su voz me causa mucha mucha gracia!

Ellas: Se levantan de la camilla como si nada. Incolumnes, perfectas, tan limpias.
Yo: Además de que me voy en agua, me levanto con los pelos enredados, parados y la cara de una persona que fue perseguida por un agresor durante siete horas seguidas por la avenida Cobos.

Al finalizar la hora, la profesora saluda a una por una.
“Lula mejoraste un montón eh”
“Maru, laburaste un montón de fuerza, bien!”
“Sol, fijate la próxima de animarte a los ejercicios de estiramiento”
“Caro, qué bien cantás!!”

Sí. Como deportista, soy una muy buena cantante!

lunes, 12 de octubre de 2009

La Dieta del Slogan

La primera impresión es lo que cuenta. No tengo dudas. Es un hecho indiscutido de este sistema. Sin embargo, por momentos me confundo y creo que llegar al peso ideal te hace la vida más fácil. Me convenzo de que el peso ideal es creador de dueños. Que si tuviera el cuerpo de Uma Thurman todos dirían "lleguemos a una segunda cita” y que los hombres andarían chismoseando por ahí Julia Q., For Men.

Cuando pienso así empiezo a buscar soluciones mágicas, a creer en los días Osvaldo y a gastar de más para llegar al objetivo en poco tiempo. Me olvido de que hay cosas que el dinero no puede comprar. Pero me acuerdo de que para todo lo demás existe Mastercard y entonces despilfarro posnet al son de qué grande esta tarjeta y qué belleza es tenerte.

Cuando logro registrar. Cuando me concentro en que la pausa son cinco minutos, vuelvo a mí. Trato de repetirme “lo que importa es lo de adentro”. Me digo “la imagen no es nada, la sed es todo"; así que para bajar de peso es importantísimo que tomes tres litros de agua por día". Pienso en que no todo es el Calce Profundo. Que hay otras cosas como la frescura femenina y el sabor del encuentro.

También es verdad que desear es inevitable. Aunque también es verdad que no todos los deseos son necesidades. Una cosa es necesitar un peso saludable y otra es necesitar el cuerpo de Tyra Banks. Claramente una de esas afirmaciones no representan a una necesidad. Las cosas como son! Que cuando se apaga la luz se enciende (se tiene que encender) la coherencia.

Me pongo a leer el manual de Cormillot. Es poderoso el chiquitin! Y sí, tranquila de a poco llegaré a la meta (aunque seguramente después no me va a alcanzar. Coincidirás conmigo en que a veces esa eterna insatisfacción le dá sabor a tu vida).

Hoy lunes –como me caracteriza-, prometo Dieta y Pilates toda la semana. Me faltan siete kilos y aunque no pretendo bajarlos en 20 minutos, es importante que me concentre. Así que a vos muchacha/muchacho que estás preocupada/o por la llegada de las musculosas, vestiditos, y ropa liviana te digo, me digo: JUST DO IT.

sábado, 10 de octubre de 2009

Niña Interior

Alguien dijo y me inspiró: "Todos los niños son marcianos. Viajan de un planeta desconocido a éste que es totalmente nuevo para ellos". Nunca lo pensé de ese modo y al escucharlo no pude evitar pensar en mis hijos; en su crecimiento, en cómo les costó todo... digo, lo básico. Sentarse, gatear, caminar, hablar, comer solos. Nunca había valorado objetivamente todo ese aprendizaje.

Luego pensé en mi niñez y a partir de ahora vuelvo a ese momento y mi niña pasa a expresarse en primera persona. Me doy cuenta de que los chicos nos adaptamos a cualquier situación que los adultos nos impongan. Las consecuencias las notamos más tarde, con los años, con la llegada de cierta madurez que nunca tiene edad. Conozco gente de 50 que parece no haberse dado cuenta de nada.

Hasta los 6 0 7 años todo me parecía incuestionable, todo era nuevo para mí y lo único que yo quería era encajar en este planeta. Así que lo que mis padres me mostraban era lo cierto, lo que tenía que aprender, lo normal. Hubo dos pilares iniciales que me ayudaron a entender de un modo individual la vida; la escuela y las historias.

El colegio era para mí un refugio incomparable. Ese lugar me parecía tan correcto. Allí podía aprehender todo sobre este nuevo planeta. No sólo por la institución, sino más aún por las historias de mis pares, sus vidas, sus familias. Todos éramos nuevos en este universo y juntos notamos que no todo lo que nos exigían u obligaban a vivir en nuestras casas era lo “normal”. La escuela y sobre todo mis amigos, mis coterráneos me ayudaron a entender qué era lo que estaba mal en mi pequeña existencia.

Para evadirme de todo aquello que no podía cambiar (no mientras fuera tan pero tan novata en la Tierra) creé un mundo paralelo en el que sobraban fantasías, cuentos, historias maravillosas, amores y éxitos de película mezclados con una pizca de sapiencia (resabio de mi planeta anterior seguramente). Me adapté a la soledad que me ofrecían generando un universo cargado de gente, sueños, proyectos reales y ficticios. Durante años, mi vida se desarrolló en un diálogo constante con muchísimas personas inexistentes, para los otros claro.

Y aparece nuevamente mi dualidad. Lo violento y lo dulce. La madurez temprana y mi mundo de ensueños. La soledad y el valor inmenso a los que decidían llegar a mi vida. La cruda realidad y esos minutos tan pero tan felices de una niñez imperfecta. También entiendo que llegar a un nuevo planeta no es sencillo para nadie y que para los padres (me incluyo) nunca es fácil recibir criaturitas de otros mundos y cargar con la responsabilidad de transformalas en buenas personas, inteligentes, exitosas, felices y socialmente aceptadas (porque esos son los 2 o3 preceptos que andan pululando continuamente en nuestros inconcientes). El legado por más buenas intenciones que existan, tiene que ser complicado. Y no me quejo. De hecho lo agradezco.

De aquellos tiempos sobreviven mis fantasías que obviamente muchas veces me confunden, se disfrazan de necesidades y exigencias. Todavía creo en hadas, en los romances para toda la vida, en los cambios milagrosos sobre situaciones complejas y cotidianas. Aún me emociono demasiado y me sorprendo varias veces al día. Luego despierto, recuerdo que desaprobé algunas materias para ser un ciudadano normal de la Tierra y me obligo aunque sea por un ratito a ser realista. Me dura poco para ser sincera. Creo que nunca voy a poder deshacerme de mi parte infantil, de mi niña interior. Por ende no sé si lograré alguna vez encajar completamente en este planeta porque definitivamente todos los niños somos marcianos*.

*ví una peli que se llama “Martian Child” o “El niño Marciano”. La película no es excelente pero percibe la infancia con una sensibilidad que me conmovió tanto. Quizás por identificación. Aunque creo que todos los niños (los que lo son y los que lo recuerdan) se verán un poquito reflejados.

lunes, 28 de septiembre de 2009

Las picardías de Lulú

Después de una conversación por msn con mi amiga personal, apareció en mi cabeza la palabra "picardía"; "pícaro". Hay pocas palabras que suenen tan lindo como esta construcción. Fui al espejo de mi oficina y comencé una rauda carrera de diferentes "caras de pícara". Y comencé a pensar en qué picardías me gustaría hacer. Todas incontables por este medio, por supuesto.

Pero también fui al diccionario y me encontré con definiciones maravillosas;

Picardía:
1. Engaño o maldad.
2. Astucia o disimulo en decir algo.
3. Travesura de muchachos, Chasco, Burla inocente.
4. Intención o acción deshonesta o impúdica.
5. Junta o gavilla de pícaros.
7. Camisón corto, con tirantes, hecho generalmente de tela transparente.

Todas beleidades!!! Vestida de camisón corto con tirantes de tela transparente con intenciones totalmente deshonestas e impúdicas. La cita sería con una junta de pícaros y pícaras con astucia y disimulo en busca de inocentes travesuras. Un poquito de maldad vendría bien pero mejor sin engaños. Quién puede resistirse a las picardías!

Me río por mi locura. Me río por la locura de todos los pícaros que me rodean y me río más por las cosquillas que me generan las letras y acentos de esta palabra. Hace que ponga caras. Abrazo al lenguaje! Qué sería de mi vida sin él!

Pícaros y pícaras de este mundo unámosnos en busca de diversión y muchas muchas carcajadas. Lo demás quedará secretamente entre nosotros!

jueves, 24 de septiembre de 2009

Qué Mirás, Miranda?

No es porque sea mi hija, pero debo decir que Miranda es una nena especial. Cuando la enfermera la trajo a nuestra habitación con una hora de vida entró con los ojos abiertísimos, sin pestañear. Posó la mirada en cada objeto y en cada persona del cuarto. La alcé, la puse en mi pecho y le hablé. Desde ese momento, para Miranda dormir fue un problema. Probablemente porque ya estaba ávida por conocer, por no perderse ni un minuto de su vida jovencita. Miranda mira. Todo. Observa. Se ríe a carcajadas. Balbucea. Gatea, Camina, Corre. Charla y ahora conversa. Miranda cumple cinco y me mata de amor. Miranda completó una mano y eso me dá mucha ternura. Me encantan sus ojos, las lucecitas que titilan cada vez que hace una pregunta. No puedo dejar de mirarla. No puedo dejar de tentarme con su carcajada resonante. Y aunque a veces la quiero apretujar por ser tan demandante, cuando la miro y ella me mira se me afloja el corazón. Miranda nunca va a dejar de mirar (analizar, evaluar, reconocer, aprehender). Y esa particularidad de ella me encanta.

miércoles, 23 de septiembre de 2009

La Mal Llevada

A pesar de que me enojo mucho menos que antes, alguna que otra vez ocurren ataques de ira que se dedican a absorber mis energías (y no justamente las calóricas).

Puedo poner excusas pero debo reconocer que a veces me excedo con los enojos. Sin ir más lejos ayer morí de odio cuando salí preparada para la lluvia con pilotito y paraguas, pero con chatas y saquito liviano apta para una tormenta primaveral. Pero No. El frío fue polar y no sólo me congeló las venas sino mi capacidad objetiva. Es que de ahí en más, nunca dejé de explotar/implotar.

Cuando el subte tardó más de la cuenta, cuando el tarado de los auriculares marcaba el ritmo con su pie y me pisaba en cada compás; cuando el oxígeno dejó de circular en la línea D y me desesperé por sacar cualquier papelito que me diera aire. Aunque sea un boleto o un subtepass. Cuando me tropecé cada dos cuadras y pisé las 28 baldosas flojas de Florida y entonces mi jean pasó a ser uno nevado pero de agua sucia. Cuando el imbécil de la garrapiñada se me acercó para decirme “mami no querés unas garrapiñadas sin cargo”; cuando llegué al laburo y mi viejo sufría un colapso de paranoia gritando “todos me roban y voy a cerrar la empresa”. Cuando el frío siguió congelándome y cortaron todos los puentes para volver a capital; cuando me encontré con mis amigas para ir al cine y todas tenían botas de lluvia o cuero y me repitieron 108 veces “no lo viste a Saldívar en el 13??????? Dijo que iba a hacer mucho fríoo”. Cuando nos pegamos el chasco del año con la película Julie & Julia (salvo por Meryl, la película es desastrosa). Cuando uno de mis vecinos de fila se paraba cada 20 minutos y estiraba su espalda como si fuera el living de su casa y cuando la rubia de adelante, con rulos de 20 centímetros de alto y pantalones de cuero rojo se levantó para ir al baño tres veces. Que quede claro que su estilo fue una injusticia para mis ojos. Y que quede claro también que el cine es sagrado. No se habla, uno no se levanta, uno no se mueve, uno se banca las ganas de ir al baño y por supuesto no atiende mensajes de textos o llamadas. El cine es casi un retiro espiritual y por favor el que no lo vea así que no vaya!

Probablemente si me pasara todo ésto en un día como hoy me reiría a carcajadas. Pero días como ayer los que se ríen son los demás. Porque dicen que mi enojo es gracioso e histriónico. Pero yo sé que por lo bajo se comenta, se murmura que algunos días se me conoce como “la mal llevada”.

miércoles, 16 de septiembre de 2009

El Modo Acumulativo

Acabo de descubrir algo. Hablo de un descubrimiento reciente. Un pensamiento que ronda en mí desde hace tiempo pero que acaba de cerrar con título y reducido a pocas palabras. Señores: Vivimos de un Modo Acumulativo. Todos o la mayoría de las personas que conozco acumulan. He aquí un compilado de frases -escuchadas por cualesquiera-que me dan la razón:

“Yo laburo 12 horas por día de lunes a viernes como un autómata así el fin de semana puedo estar panza arriba”;
“No gasto un peso de más en todo el año así ahorro para unas vacaciones de 20 días en Mar Azul” ;
“Durante el año quizás no la pasamos tan bien y no nos damos mucha bola, pero el día de nuestro aniversario la pasamos increíble”. Lo cual se lee claramente como un “no cogemos nunca pero el polvo del aniversario es una maravilla”;
“A los chicos en la semana no los veo, pero el domingo es de ellos!!”
“Durante nueve meses no hago nada de gimnasia, pero de octubre a diciembre me reviento los músculos y los huesos para bajar mínimo 10 centímetros. Lo mismo con la comida. En ese trimestre directamente no ingiero”;
"A la cursada no voy nunca pero para los parciales me quemo ojos, pestañas y cejas"
“Todavía no estoy tan mal. El médico puede esperar”;
“Me muero de ganas de ver esa película pero no tengo tiempo así que espero a que salga en DVD”;
“Extraño a mis amigos. Qué se le va a hacer! Los veré en mi cumpleaños y listo”.

Quiero aclarar que puedo seguir en ítems tan exagerados como éstos o en nimiedades cotidianas. El modo acumulativo, que probablemente esté generado por este sistema exitista aunque avalado por nuestra propia negligencia, nos hace acumular cansancio, ganas, resignación, frustración, pérdidas, salud, resentimiento, soledad. Ni hablar de kilos o cualquier tipo de adicción. Lo peor de todo es que connota nuestra omnipotencia al nivel más alto.

No sé usted, pero yo me propongo dejar de acumular. Déje de Sufrir. Haga o diga lo que necesite, mi viejo! Vermouth con Papas Fritas y Good Show.

lunes, 14 de septiembre de 2009

Me dió el ALTA

Fabi: Tengo cosas que decirte.
C. : (intuyendo lo que se venía): Qué Fabi. No me asustes.
Fabi: Son tres años ya y vos dejaste tanta confianza y compromiso en este espacio terapéutico que llegó la hora de decirte que te los devuelvo con todo mi afecto y que ahora tenés que seguir sola.
C.: O sea que terminamos???
Fabi: Sí, y confío mucho mucho en vos y en todo el trabajo que hicimos juntas. Tenés que transitar una parte más del proceso. Practicar lo que aprendimos juntas. Pero cuando lo necesites, siempre podés volver.
C. Pero y si no te acordás más de mí??
Fabi: (riéndose y haciéndome un mimo al ego). Es imposible olvidarte porque vos sabés claramente que no pasás desapercibida. Este sistema se cierra pero no lo relaciones ni con separación, ni con abandono. Sino con el fin de un momento, de una etapa superada.
C.: (con piel de gallina y los ojos repletos de agua) No sabés cuánto valoro este espacio.
Fabi: Lo sé.

Nos abrazamos. Aguanté las lágrimas y emprendí mi camino. Salí derecho por Thames con los auriculares repletos de música que me gusta, que me hace ver la ciudad como videoclip. Y recordé. La memoria protagonizó, y me ví tres años atrás llegando al sofá de Fabi. Inflada en kilos, exigencias, miedos, ansiedades, certezas ridículas.
Creo que nunca logré tanta constancia. Nunca pude bancarme tantos cambios y momentos de transición. Tengo una mezcla de orgullo y miedo. Pero lo mejor de todo es que pesar de los kilos que me faltan, hoy puedo decir que me siento más flaca de enrosques y actitudes nocivas. Y eso, sí o sí tiene que ser bueno.

miércoles, 9 de septiembre de 2009

Dos en Una

Siempre tuve la particularidad de ser dual. Sin embargo, últimamente registro y trabajo sobre esta característica. Como punto de partida, a pesar de mi género, siempre tuve una parte masculina asociada a la autosuficiencia y al ser proveedora que, a veces, se impone a la supuesta vulnerabilidad de la mujer. Una numeróloga, hace tiempo, me dijo: “tenés mucho de Yan… te diría que tenés Yin y Yan equilibrados”. Ahora entiendo que ese comentario connotaba una especie de problema que me perseguiría por siempre!

La cosa es que hoy quiero estar casada hasta el fin de mis días pero quizás mañana me imagine en los brazos de diferentes amantes anhelando y experimentando esos primeros roces, esos que dan electricidad. De a ratos quiero estar quieta y apaciguada pero hay días en los que mi cuerpo pide con urgencia movimiento, salidas, viajes, escapes.

Inclusive en lo laboral, dirijo un estudio de comunicación que se dedica claramente a servicios intangibles y, por otro lado, me inmiscuyo cada vez más en la empresa textil familiar en la que lo que no se toca o se valoriza directamente no existe.

Tengo etapas en las que me preocupo exageradamente por las nuevas colecciones de las marcas de Shopping que me gustan (y destripo mi billetera) y, de golpe, me agarra como un cariño hacia las ferias hippies, los tejidos artesanales, las hebillitas pintadas a mano. Me pasa con todo! Con la música, el cine, la literatura también me pasa, pero me consuelo pensando que está bueno porque por lo menos me hace creer que soy amplia.

Ayer me encontré con una ex clienta (diseñadora de indumentaria, ella). Me abrazó fuerte, nos fuimos a tomar un café y nos contamos las novedades. La noté como exaltada primero y, luego, empezó a tomar algunas actitudes seductoras. Me dijo que estaba linda y que siempre había querido estar conmigo. Le expliqué mi situación comprometida y me dijo “sabés Caro que tu amplitud me hizo pensar que eras bisexual como yo. Y la verdad es que me encantás y por eso me animé a decírtelo”. Salimos de ese momento incómodo de la mejor manera, quedamos en hablar y cada una se fue para su lado.

Caminando por Honduras me fui pensando en el Yin y el Yan, pero sobre todo en mis conductas. Me hice dos preguntas: Qué haré o comunicaré inconcientemente, para que el otro saque estas conclusiones? Y la otra, menos interesante pero no por eso menos importante: ser dual, engordará???

martes, 8 de septiembre de 2009

BASTARDA SIN GLORIA

Quiero hablar de algo que no tiene que ver con la temática de este blog. Sí tiene que ver conmigo, con mis excesos y mis pasiones amplificadas y, por eso, se me antojó expresarlo acá (además es una buena excusa para dejar de escribir -por un tiempo- en flashback; por lo menos hasta que se vuelva necesario e inspirador).

Quentin Tarantino es uno de mis directores contemporáneos favoritos. Admiro que sea un autodidacta, que su cabeza no esté formateada bajo los preceptos universitarios (porque eso lo hace más libre), que sea un fan del cine haciendo cine y que además sea un vanguardista.

Amo la forma en que cuenta las historias, los guiños de sus películas, la estética de sus películas, la música de sus películas, los actores de sus películas. Las espero y siempre las veo en el cine.

Ayer fui a ver Bastardos sin Gloria. Quiero decir: “Gracias Quentin”, por cumplir mi fantasía y la fantasía colectiva de muchos. Gracias por la fotografía y la estética de tu historia, por hacerme escuchar otro tipo de música, la de los idiomas. Amo el lenguaje pero la combinación de las palabras francesas, inglesas, alemanas, italianas me conmovió. Gracias por darme la posibilidad de descubrir actores increíblemente desconocidos y talentosos.

Me conmueve tanta inteligencia, ironía, tanto absurdo. Inclusive tanta violencia. Quedé fascinada con el hecho de que alguien se animara a hablar sobre un tema que marcó la historia mundial de un modo tan desestructurado y poco verídico. No quiero ni me interesa ser objetiva. No quiero ni me interesa ser crítica. Sólo quiero describir lo que me ocurrió. Y sí, estuve durante toda la película con una sonrisa en la cara enamorada de la ironía más que nunca. Sintiéndome definida por una película.

Hoy por vos Quentin, yo me declaro Bastarda. Y Sin gloria.

lunes, 31 de agosto de 2009

Los inicios

Cuando estaba en tercer grado me doblé un tobillo. Jugábamos a la mancha y me desplomé sobre la cerámica que revestía a nuestro patio. Serían como las 10, 30 de una mañana soleada cuando me llevaron a los saltos a la dirección del colegio que daba a la puerta de entrada. Desde ahí, vislumbré a mi papá que pasaba de un lado a otro mirando el colegio. Hacía semanas que no lo veía ni sabía de él. Le grité a los maestros, “mi papá está ahí!”, y rápidamente lo fueron a buscar.

C.: Papá, qué hacés aca?
Papá: No sé. Se me ocurrió pasar.

Y así me levantó a upa rumbo a su Taunus verde. Todavía no puedo olvidar las palpitaciones que tuve ese día. Me sentí tan importante; imaginaba que él había presentido mi dolor y mi vergüenza a causa de un tobillo esguinzado y que entonces, preocupado y muerto de amor, habría corrido por cuadras para llegar al lugar del accidente. Ese momento para mí fue casi místico. Hoy comprendo que todo fue una casualidad pero sé que marcó para siempre la relación con mi papá y con los hombres.

Mis problemas de peso nunca fueron una barrera a la hora de establecer un vínculo con los demás. Logré, con el nivel de autoexigencia y omnipotencia del que vengo hablando desde el inicio de este blog, que las personas no lo registraran. Los amores empezaron como a los seis años pero después del evento casi teatral con mi papá se acentuaron. No sólo me enamoraba perdidamente sino que hacía de todo para que el otro se diera cuenta y luego muriera de amor por mí (por supuesto que a veces los planes fallaban).

En sexto grado me enamoré del chico más popular de la escuela y después de que varios compañeros le comunicaran acerca de mis intenciones, él dijo “Caro es muy varonera y no me gusta”. El rechazo me causó dolor pero estuve meses analizando lo que él había expresado. A fin de ese ciclo escolar, uno de mis grandes amigos (un año mayor que yo) terminaba séptimo grado. En el último segundo de clase del año, Antonio P. me llevó a un rincón, respiró hondo, se puso todo colorado y me dijo “sos desde hace años el amor de mi vida y apoyó sus labios apretados en los míos”. Luego salió corriendo y no lo ví hasta dos años después; pero ese beso, esas palabras y esa taquicardia descubrieron mi femineidad, mis primeras sensaciones concretas acerca del amor, el sexo y la intimidad.

Al año siguiente, llegué a séptimo con aires de mujer, algo más femenina y me puse de novia con el chico popular que antes me había dado vuelta la cara, Nahuel E. Fue él quien a principios de mi etapa secundaria me dió el primer beso, el verdadero. Pocos y desprolijos pero aún los recuerdo.

Ayer viendo el final de una comedia romántica, recordé estos eventos. Recordé físicamente roces, sensaciones, gestos. Los del inicio. Los momentos en los que todo empieza. Apareció la palabra Intimidad en mi cabeza y ví que siempre fue una de mis vías de escape, el hecho romántico que supera cualquier ficción. Una forma de auxilio de las más sanas que encontré. Seguramente desde aquella mañana en la que mi papá me subió a su auto totalmente vulnerable y con la sensación de haber sido salvada comencé a idealizarla. Para dejar de hacerlo (o por lo menos empezar a hacerlo) tuve que experimentar varias historias que intentaré contar en los próximos días.

lunes, 24 de agosto de 2009

EN BLANCO

Hace tres días que quiero publicar y no me sale nada. Sé lo que quiero expresar pero no me salen las formas. Quizas sea algo positivo. Quizás esté sientiendo más. Pero por otro lado desde que empecé este blog siempre me brotaron las palabras. Surgirán mañana? Posiblemente este Lunes en particular no sea un buen día para empezar (a escribir).

sábado, 15 de agosto de 2009

Las Otras

Siempre me llamaron la atención las mujeres. Siempre quise ser como ellas. Comos todas las mujeres de mi universo. Hoy, ya no. Pero antes sí.

Mi abuela Matilde, la mamá de mi papá, fue uno de mis grandes referentes. Ella trabajaba como planchadora en casas de familia de la alta sociedad y cuando juntó el dinero que necesitaba echó a su marido “por vago, mujeriego y parrandero”. Ahí mismo se buscó uno nuevo; alguien sumiso, inocente y trabajador: Mi abuelo Eduardo.

Mi abuelita cordobesa era muy graciosa y rolliza. Tenía una nariz perfecta, respingada con pompón, unos ojos color miel cuya mirada hablaba. Cuando mi abuela me observaba no sólo lo hacía con amor y orgullo sino que me traspasaba con reconocimiento. Me sabía suya; hija de su hijo. Su casa, humilde, siempre olía a almidón y a las mejores recetas de campo. Para mí, era una Diosa del hogar. Le gustaba el tango pero la apasionaba el bolero. Me decía, “que hermosa voz tenés Carito. Yo sé que te gusta el rock y toda esa música que te hacen escuchar tus papás pero a mi me encantaría que aprendas las canciones de Manzanero”. Yo la complacía y al memorizar las melodías ella me grababa cada noche que me invitaba a dormir. Siempre me pregunté si, en mi ausencia, escucharía las cintas entre emocionada y muerta de risa.

Mi otra abuela quien se había acercado a la familia para “disfrutar de sus nietas”, tenía una casa en Guido y Ayacucho reluciente, con obras de arte colgadas en la pared, una biblioteca atestada de escritores y ningún síntoma de hogar. Mi abuelo era sordo, cualunque y maltratado por Nélida, la madre de mi mamá, que tenía la piel de porcelana. Lo curioso es que su frialdad también era como la porcelana. Nunca sentí afecto por ella. Pero su heladera tenía litros de Coca Cola y lo más increíble para mí era su televisor. Esa caja me permitió conocer a Niní Marshall y a Pepe Biondi. Yo no sé si a esa edad entendía pero me reía a carcajadas y jugaba a ser Catita frente al espejo de mármol de mi abuela.

En esa casa también estaba la hermana menor de mi mamá. Había vuelto de su viaje al Kibutz totalmente europeizada, moderna y caprichosa. Le encantaba jugar con nosotras y además nos usaba para encantar novios. Me peinaba, me compraba ropa linda y me llevaba a tomar submarinos a La Biela. Muchos hombres se sentaban en nuestra mesa a conversar; luego mi tía me dejaba en casa y ella se iba con el elegido de la tarde. Mi tía era muy divertida e infantil; y con ella aprendí sobre las artes de la seducción.

Ellas, las otras, las mujeres de mi vida me marcaron para siempre. Soñaba con cocinar y reír como mi abuela Matilde, con tener el control de las cosas como mi otra abuela, con divertirme como mi tía y con ser tan rebelde (así la veía yo) como mi mamá. Los hombres hasta ese momento no me importaban, no me llamaban la atención y los veía extremadamente débiles.

Sin embargo a mis cinco, cuando mi mamá perdió un bebé, todo cambió. Recuerdo que mientras lavaba los platos, sumergida en lágrimas nos dijo a mi hermana y a mí que el bebé no iba a nacer. Recuerdo el ruido del agua cayendo en la pileta. Recuerdo que sus lágrimas también caían estruendosas.

A partir de ese día y hasta los seis años no tengo imágenes de mi papá. Algo de mi mamá se perdió y probablemente yo, por un largo tiempo, quise hacerme cargo de encontrarlo. Entró en un pozo depresivo y fue un fantasma durante meses. Esa realidad, mi instinto de supervivencia, mis ilusiones y la visión equivocada del mundo me obligaron a tomar las riendas de mi vida. Decidí independizarme. Y, creo que de algún modo y desde la carencia absoluta, lo hice. Dejé de buscar referentes y quise convertirme en el mío propio. Comencé a tejer mis corazas de autoexigencias, manipulación, seducción y lírica que en ese momento me salvaron. Las otras. Todas corazas femeninas, complejas. Las otras Carolinas, las que me estoy quitando. Las que desaparecen y me alivianan.

martes, 11 de agosto de 2009

Explota o Implota?

Tengo pocos recuerdos de mi primera niñez y algunos son básicamente sensoriales. Nací en 1975 cuando el proceso militar hacía estragos sobre varias generaciones. Mi mamá dice que el miedo y el desconocimiento de lo que verdaderamente pasaba creaban un clima de tensión y oscuridad.

Recuerdo que todas las noches (seguramente no eran todas, pero así lo recuerdo yo) mi casa se transformaba en una especie de recital íntimo. Mucha gente de pelo largo venía a hacer música con mi papá. Algunos referentes del rock del momento como Rubén Basoalto y Willy Quiroga de Vox Dei; Javier Martínez de Manal; Santaolalla!! y varios amigotes más se juntaban a ahogarnos en humo y zapadas de música que nunca terminaban. Es cierto que nosotras teníamos que descansar y que había ciertos límites que evidentemente no se respetaban, pero el recuerdo sensorial que me queda de esas noches es encantador.

Durante el día, mi mamá cantaba. Era la peor ama de casa y cocinera del mundo, pero nos llenaba de música e historias que leía o inventaba. Mi papá no estaba casi nunca y cuando estaba hacía estragos; pero recuerdo que me sentaba frente al tocadiscos, en upa, y me invitaba a escuchar las mejores bandas del mundo. Si cierro los ojos puedo descubrir esos contrabajos resonantes, las trompetas totalmente locas, los saxos pulposos, las violas crujientes.

Puedo recordar también las peleas de mis padres y cuando lo hago me veo muy chiquita haciendo memoria emotiva en algún rincón de la casa, conectándome con la música que me presentaba mi papá, con el canto de mi mamá, con los libros que nos leía y las noches de fiestas. No quería oír discusiones y entonces viajaba a ese mundo fantástico que ellos mismos me habían mostrado.

Seguramente mi mamá se sentía culpable por no poder manejar ciertos hechos no aptos para niños, por sentirse débil y entonces me decía “Vos sos hermosa e inteligente. Nadie va a impedir que hagas lo que quieras y sueñes. Podés lograrlo todo”. Me lo repetía tantas pero tantas veces sin decir o aclarar otras cosas que me lo creí. Y me convertí en alguien sumamente autoexigente, controlador e idealista.

Allí, de pequeña comencé a esbozar mis primeros excesos. Cerraba los ojos muy seguido para escuchar música e inventar historias increíbles en las que era protagonista. Quería manipularlo todo.

A los 4 años decidí que durante un tiempo iba a ser Raffaella Carrá. Y cuando los amigotes de mis viejos venían a casa, me subían a la mesa ratona para cantar mi canción preferida “Explota, explótame, expló. Explota, explota mi corazón!”. Nadie se dio cuenta de que eso era una señal. Mi corazón implotaba por tantas confusiones, por tantas conclusiones incorrectas. La implosión, en realidad, fue el primer síntoma de mi tendencia a engordar y mi relación con la comida. Es gráfico!

Ahí mismo empecé a conformar mi ego. Un ego importante, carismático que respondía al pedido de mi público. “Fiesta, qué fantástica, fantástica esta Fiesta!!”.

jueves, 30 de julio de 2009

La transición me cae mal

Y aunque odie decirlo estoy en ese maldito período en el que nada es definido, en el no hay constancia, en el que un día estoy muy bien y al día siguiente repto por el asfalto. Ni hablar de la meseta del peso. Tengo dos opciones:

1) Comerme todo y reinstalar un sistema caduco y una forma de actuar que pertenecen al pasado, pero que al mismo tiempo son muy conocidos. Puedo lograrlo tocando un simple botón rojo.
2) Bancarme el período de transición con la paciencia de los japoneses (que para algo me tiene que servir tanta literatura oriental!) y hacer algunos movimientos no muy bruscos.

Ojo que parece una obviedad ir por la segunda opción pero no es tan fácil. La primera es nociva pero es la que me acerca a la seguridad. Sé moverme en el mundo con ese sistema y entonces puedo disimular. Volvería a estar gorda pero convincente nuevamente .
En cambio, la opción dos es un trabajo doble. Formular cosas nuevas, capitalizar las viejas, acostumbrarme a convivir con ese nuevo sistema y mientras lo hago bancarme la vulnerabilidad, los llantos inexplicables, la falta de autoestima.

Aunque por momentos quisiera entregarme a la tentación y caer en mi ex sistema, "Yo, Csrolina, digo que No. Que si tengo que soportar la meseta LO HARÉ! Que si tengo que llorar por los rincones LO HARÉ! Que si no encuentro cómo relacionarme con los demás sin mis corazas de hiper seguridad LO HARÉ! Mientras tanto y para soportar este estado espantoso, tomé dos decisiones:

-la primera y más terrenal es que el sábado comienzo las clases de natación. Dos veces por semana.
-la segunda y más emocional, utilizaré el espacio bloggero para contar mi historia desde mis inicios (mis padres, la infancia, etc.). Llevará unas semanas, creo. Nunca lo hice pero creo que puede ser de mucha ayuda mientras me banque el estanque de la balanza y mi estado Stand By.

Igual me quedo puteando a la muy fucking transición y a todos los que me dicen "todos pasamos por ahi, es un período. Paciencia. Fuck OFF".

lunes, 27 de julio de 2009

Gero, Kafka y Yo

Cuando era chica mis fantasías no sólo tenían que ver con historias geniales. Había una parte de esas ideas que tenía que ver con los miedos. Miedo a muchas cosas. Me asustaba muy pero muy frecuentemente y por las noches sufría mucho.

Mi mamá me saludaba, apagaba la luz y yo trataba de conciliar el sueño rápido. Sabía que si no lo hacía, después sería difícil descansar. Sabía que ante el primer pensamiento fantasioso iniciaría una cadena de asociaciones terroríficas que me llevarían a una noche espantosa. Cuando sos chiquito, el miedo no es controlable; la lógica deja de existir.

Cuando experimentaba el miedo, mi cuarto oscuro tomaba una luminosidad difícil de explicar. De golpe veía mis cosas, reconocía los objetos, las sombras tomaban formas y tamaños diferentes a los reales. Cualquier ruido se convertía en estallido y el aire se tornaba espeso. Mi cerebro se inflamaba, los latidos de la sien se multiplicaban, los oídos se tapaban y la temperatura del cuerpo oscilaba en mucho frío o mucho calor. Quedaba paralizada y cuando retornaba a la conciencia elegía no pedirle ayuda a mi mamá por miedo (una vez más) a que se enoje conmigo. Entonces lo soportaba sola.

Estos miedos me acompañaron durante mucho tiempo. Los asocio al pánico que siempre le tuve al abandono, a la pérdida.

Gero, mi hijo, tiene nueve años y una sensibilidad enorme. Ayer vió unas escenas del El Señor de los Anillos y supe que tendría una de esas noches. Vino a nuestro cuarto varias veces. Lo tranquilizamos. Lo abracé muy fuerte y le sequé la transpiración. Esa transpiración me parte el corazón porque es tan cercana. Le dejamos la luz prendida del baño y tanto A. como yo estuvimos alerta. Yo porque sé de qué se trata y A. porque sabe -a través mío- que Gero sufre de verdad.

Esta mañana a la hora del desayuno, estábamos todos en la mesa y entonces charlamos:
C.: Muy mala noche, no?
Gero: (algo avergonzado) Si.
C.: Sabés, Gero a tu edad y durante mucho tiempo me pasaba lo mismo que a vos pero yo no le decía nada a mi mamá. Te quiero decir que cuando a vos te pase y necesites hablar, nos despiertes. Quizás al principio parece que estamos dormidos y molestos porque viste que no está bueno cuando te sacan del sueño; pero si vos sos muy claro y nos decís, “mamá, papá necesito hablar”, te prometo que nos vamos a despertar.
Gero: Está bien. Creo que me hace bien distraerme cuando tengo tanto miedo.
C.: Claro que hace bien. Y también hace bien tomar conciencia de que lo que pensás no es real. Vos qué pensabas ayer?
Gero: Escuchaba las puertas del ascensor y pensaba que era Gollum*. Que venía a casa.
C.: Y, Gero, si Gollum existiera y viniera. Cuál sería tu miedo?
Gero: Que me lastime o se lleve a alguno de ustedes.

Sentí que Gero miraba y reconocía a mi yo pequeño, de su misma edad sentado y acurrucado en el interior de mi pecho. Como el yo adolescente de la Señora Saeki*.
C.: Ese miedo, sin Gollum o ninguna clase de monstruo, es un miedo que todos tenemos. Los más grandes y los más chicos. Porque cuando uno quiere mucho a alguien tiene miedo de perderlo. Y entonces por eso está bueno hablar, sentirse acompañado y saber muy claramente que nos sos el único al que le pasa. De hecho le pasa a todo el mundo.
Gero: Está bien. Te prometo que siempre vamos a hablar de ésto.
C.: Si, siempre.

Hoy terminé “Kafka en la Orilla”, y entre Gero, mi yo niño y las ciento una reflexiones que este libro me dejó se me presentaron preguntas, conclusiones y encrucijadas. Y, aunque no parezca, que todo esto tenga relación con mi peso no dejo de asociarlas. Mi mirada está cambiando tanto, en tantos sentidos que por momentos quedo fuera de foco. Y creo que por un tiempo voy a tener que escribir algunas cosas que no puedo dejar de pensar desde hace días. Para comprenderlas. Para comprenderme. Quizás empiece desde el principio de mi historia.

*Gollum es un personaje de El Señor de los Anillos.
*La señora Saeki es un personaje de Kafka en la Orilla.

jueves, 23 de julio de 2009

Japonesa

Jamás tuve la curiosidad de investigar sobre la literatura japonesa moderna. Nunca. Quizás porque siempre identifiqué a lo japonés con el animé y las grandes tecnologías. Sabía que lo oriental tenía algo muy apegado a la espiritualidad, al conocimiento y aprendizaje de las experiencias y a la búsqueda del equilibrio. Pero todo eso no me llamaba la atención. Yo quería Rock & Roll. Quería adrenalina y era lo exagerado lo que me cautivaba.

El año pasado necesité encontrar nuevos escritores y caí en las manos de Murakami, Banana Yoshimoto, Kabawata. Me pasa que no puedo dejar de leerlos. Siento que las historias que cuentan son tan modernas como antiguas. Me identifico con los conflictos que plantean y estoy apasionada por ellos.

En el taller literario dicen que soy muy exagerada, que uso muchísimos adjetivos. Y tienen razón. Me cuesta desprenderme de lo latino por no decir novelero, de lo excesivamente mágico. Se me dificulta mucho contar una sola historia y guardarme ideas para otros escritos. Y pienso que no es casual que haya encontrado un nuevo amor en lo japonés. Porque quien lo haya leído, sabrá que las historias son extremas, algunas violentas, otras oscuras y muchas mágicas pero la austeridad con la que están escritas dá escozor. Porque se trata de escritores que confían en el lector, porque se dejan llevar por la historia y no por la decoración del texto, porque se nota que están seguros de lo que escriben y no necesitan mostrar más de lo que son. Son eso. Si te gusta bien y sino también.

Tanto tiempo estuve queriendo decorar los sentimientos, los pensamientos para que me quieran y para defenderme, que me olvidé de la austeridad y a veces de confiar en los otros. Mi exceso en todos los sentidos se tradujo a las palabras también. Alguien, me dijo que en el día del amigo y como ofrenda a mis cambios, debía regalarle un bozal a “la palabra”, porque ella era una de mis grandes cómplices, de mis grandes amigas pero también enemigas. Y es cierto.

Sin embargo nunca pude ponerle palabras a mi conflicto más determinante: el exceso. Pero acá, en empiezoellunes puedo, me doy el tiempo para descubrir mis nuevos formatos y descubro a los demás, y entonces confío. Y entonces pienso que es hora de ser lo que soy. Sin necesidad de demostrar nada. Es lo que Hay. Si te gusta bien y sino también.

PD y ahora que veo fue con homenaje y todo para uno de los blogs que más me divierte! Usted se lo Merece!

martes, 21 de julio de 2009

Con la "L" pegada en la frente

Subí un kilo. Hace dos meses que quiero bajar mis últimos 10. Y sólo bajé uno. Es decir el 10% de mi objetivo. Soy una perdedora. Y confirmo que mi mayor fortaleza son estos kilos de más. Y mi debilidad tomar las decisiones que tengo que tomar al respecto. Creo que sabía que ésto iba a ocurrir, así que tengo algunas opciones. Sola, no puedo. Es una obviedad.

Opción 1: Grupo de Iribarren. Estilo Ravenna pero inteligente. El grupo es bueno. Morís de hambre pero aprendés. Mucho movimiento emocional y bajás. Se desarrolla todos los días durante una quincena. Cuesta $350. Es taaaan caro. Me duele pagar eso, pero sé que vale la pena. Pero igual me duele. Y no sé si es el momento.

Opción 2: Es un lugar en el que te dan un plan de alimentación y te invitan a pasar a unas máquinas que te tocan. Parece que es buenísimo. Me lo recomendaron. Las sesiones son individuales. Hay que ir dos veces por semana a la máquina y una vez al médico. Cuesta $600 por mes. Me sigue doliendo, pero es algo nuevo.

Opción 3: Dieta Club. Estilo Cormillot. Me hartó. Es una vez por semana pero yo fui durante mucho tiempo. No averigüé pero saldrá $150 por mes. Casi está descartada porque me aburro mucho.

Opción 4: Nutricionista de cartilla. Me dan ganas de llorar.

Opción 5: Vivo en el piso 15. Salgo al balcón y directamente me tiro.

sábado, 18 de julio de 2009

Delirio en la Línea D

Antes de la mudanza me tomaba el subte en la estación Olleros y bajaba las escaleras de la derecha. Ahora tengo que esperarlo en la estación Juramento.

Ayer tuve que ir al Centro y me desperté muy temprano. A las 7,40 salí corriendo hacia el tren de los subsuelos urbanos absolutamente dormida; bajé por las escaleras de la derecha, le supliqué con la mirada al conductor que me espere y lo hizo!!! Qué buena onda, pensé! Subo y logro sentarme. Feliz, porque la mañana auguraba un buen día, me pongo los auriculares, abro un libro y quedo absorta en mí, mientras el subte arranca su recorrido.

De vez en cuando voy mirando las estaciones en las que paramos. Ocho minutos después de empezar mi viaje, levanto la mirada e increíblemente estaba otra vez en Juramento… Cierro el libro. La cabeza se me rellena de pensamientos, de signos de interrogación, de onomatopeyas, el ceño enloquece, no entiendo nada pero me gusta. Me sentía en una película, en un deja vu, en una de mis tantas historias y pensé “Guau, qué pasó… yo no estoy loca! Me lo tomé en Juramento, arrancamos y otra vez estoy en Juramento”. Creí que por fin, después de tanto delirar algo ficticio, aquello me estaba ocurriendo en la vida real. La adrenalina me subió enormemente, estaba erguida, miraba al resto de mis compañeros viajantes pero todos estaban tranquilos.

Cuando intenté ser objetiva, recién en Palermo, pensé que quizás la línea D estaba haciendo un recorrido corto y entonces le pregunté a una chica: “tenés idea si está haciendo el recorrido completo”. No sé qué cara tenía, ni qué irradiaba pero esta persona me miró con pena y me dijo “está haciendo el recorrido de siempre, hasta Catedral. Quedate tranquila”.

Quedate tranquila?????? Cómo!!!? Algo increíble me estaba ocurriendo!!!!! No pude apoyar mi espalda en el asiento nunca más. Me quedé obsevando cada instante e intentaba razonar pero sólo se me ocurrían cientos de ideas e historias fantásticas. Llegamos a Catedral, subí al asfalto, el frío me heló las orejas y probablemente el ensueño y recién allí entendí. Miré al cielo con un gesto que sólo describía un “qué pelotuda”!!!!! Y el flashback se hizo presente.

“A las 7,40 salí corriendo hacia el tren de los subsuelos urbanos absolutamente dormida, bajé por las escaleras de la derecha -PERO, A DIFERENCIA DE OLLEROS, EN JURAMENTO SON LAS DE LA IZQUIERDA LAS QUE CONDUCEN AL COCHE QUE VA A CATEDRAL. LAS DE LA DERECHA SON LAS QUE VAN A CONGRESO DE TUCUMAN-, le supliqué con la mirada al conductor que me espere y me esperó!!! -CLARO SI YA ESTABA TERMINANDO Y NO HABIA NADIE EN LA ESTACION- Qué buena onda, pensé! Subo y logro sentarme -EVIDENTEMENTE PORQUE SE ACERCABA EL FINAL DEL RECORRIDO. Feliz, porque la mañana auguraba un buen día, me pongo los auriculares, abro mi libro y quedo absorta en mí -CON LO CUAL ME PERDÍ EL DESCENSO DE TODOS LOS PASAJEROS Y EL ASCENSO DE LOS QUE ME ACOMPAÑARÍAN HASTA CATEDRAL-, mientras el subte arranca su recorrido.

Me sorprendió el tiempo que tardé en darme cuenta y la decepción que me causó. Y caí en que los carbohidratos ya están dañando mi razón. Pensé en que seriamente debo tomar una decisión acerca de retomar el grupo y dejar de drogarme con azúcar y grasas. Así que llamé y averigué tarifas. Veré cuándo empiezo. Mientras tanto, la línea "D"de delirio me recitó muerta de risa un increíble “que la inocencia te valga, Looooca”.

viernes, 10 de julio de 2009

Alejandro (no puedo llamar a este post de ningún otro modo)

Hoy caminaba por Avenida Crámer al ritmo de Lee Ritenour en mis auriculares. Casi nunca lo escucho pero tengo dos temas en mi MP4 que me trasladan a los 17 años y a la imagen de mi papá que en esa época punteaba su Fender al ritmo de esos dos tracks.

De golpe, alguien me toca el hombro y me saca del trance. Era Alejandro. Un compañero de Dieta Club con el que compartí un montón de años. Un administrador de empresas con dotes artísticas, un tipo divertido, con humor inteligente, varios kilos de más y la autoestima –siempre se lo dije- de un abejita obrera.

ALEJANDRO: Salud Carol!!
C.: Eyyyyy!!!! Pero qué gran encuentro!! Dígame cómo le va por favor?!

(Con Alejandro siempre nos hablamos de usted, usamos palabras antiguas y los abrazos son fuertes. Cuando lo recuerdo, aparecen en mi memoria sensorial sus abrazos. Me envuelven, me hacen sentir pequeñísima como ningún otro abrazo. Yo nunca puedo envolverlo, incluso cuando me estiro toooda y me pongo en puntitas de pie).

ALEJANDRO: Aquí estoy. Le diría que casi como siempre. Con trabajo a cuestas y, por supuesto, con mis kilos de más. A usted se la vé muy buena moza, Caro. Siempre lo fue pero ahora debo decir, Felicitaciones!
C.: Usted siempre tan galante. Pero nunca llego a la recta final, mi buen amigo. Ahí es donde quiero estar. Qué trabajo dá, verdad?
ALEJANDRO: Hace tanto tiempo que no la veo por la casa Cormillot.
C.: Es cierto. Es que para serle sincera encontré otros sitios acordes a mis nuevos horizontes. Además, Cormillot con tanta fama televisiva se me ha vuelto un poco lejano. Igual, créame, que sigo admirando al doctor pero me confunde. Ayer, sin ir más lejos, lo ví bailando Tap en un programa de televisión pueril. No es eso por lo menos una excusa para abandonar mi presencia en su institución?
ALEJANDRO: Comparto al cien por cien sus pensamientos. A mí me ocurre algo parecido. Además los centros ya no son lo que eran antes. No hay profesionales efectivos, idóneos. Es un gran negocio y uno pasó de ser un gordo con problemas devenido a paciente a un signo pesos, abultado encima.
C.: jajajajajajajajajajajajajajajaa… Usted me hace reir.
ALEJANDRO: y cómo va esa familia? Don Ati?
C.: Muy bien. Hemos tenido nuestros dimes y diretes en época de vacaciones pero los enfrentamos, con ayuda por supuesto. Ahora puedo decirle que estamos muy bien. Y dígame, su corazón? Late por alguien??
ALEJANDRO: Mi querida e inocente amiga. He caído en la cuenta de que el gordo está devaluado. No, así la mujer que siempre encuentra herramientas para seducir, para gustar. El gordo siempre es como un gordo, discúlpeme el atrevimiento, boludo.
C.: Usted está equivocado. Las mujeres también sufrimos con tanto éxtasis por la perfección. Y la verdad, déjeme decirle. Yo no creo que usted ande buscando a una Jésica Rabbit, sino más bien a alguien temperamental que le lea Cortázar de noche y se ría a carcajadas, tomada de su mano, viendo a Peter Capusotto. Y, mi querido Alejandro, si usted aprovechara su personalidad podría enamorar a esa mujer.
ALEJANDRO: Usted habla con desconocimiento, sin haber vivido mis experiencias. Mire qué linda cara tiene y además sabe ser mordaz.
C.: Vé? Si hasta me hace sonrojar!
ALEJANDRO: Caro, dígame sinceramente; usted se enamoraría de un gordo con 25 kilos de más pero con personalidad??
C.: (con una rapidez sincera que me sorpendió y abriendo las manos para enumerar) Usted me está cargando??? Sería bígama ocho veces si Casero, Hitchcock, BB King, Jack Black en Escuela de Rock, Wynton Marsalis, Benny Hill, Tim Burton en la actualidad y hasta Aretha Franklin me dieran este poquito de bola?!!!!!

La luz de los ojos de Alejandro cambió. Me dió un abrazo otra vez. Me dijo con una sonrisa pícara “gracias. Nos vemos, Caro”. Lo ví ponerse derecho, pasarse los dedos por el pelo y salir caminando con actitud ganadora. Y yo me quedé ahí parada, sintiéndome una pulga post abrazo y con el corazón contento.

miércoles, 8 de julio de 2009

El Silencio Tiene Cara de Mudanza

Hace exactamente once días dejé de escribir. Hace once días dejé de pensar, de trabajar concentrada, de hablar con mis amigos, de mirar el techo (que me encanta!), de ver series y películas, de leer un libro, de ir a terapia, de investigar internet.

Me mudé y fue tremendo. Hacía tiempo que no estaba tan cansada. Siento que se me cayó la cara. Y los pedacitos están en el piso pero tengo fiaca y me duele tanto el cuerpo que prefiero quedarme, solo por un tiempo, sin cara.

Terminamos con la mudanza el domingo pero aún no volví a mí. Este movimiento conlleva tantos cambios, decisiones, pérdidas elaboradas que entonces el cansancio es doble. La verdad es que siento que envejecí cinco años. Pero lo peor es que estoy convencida de que ese lustro es irrecuperable.

Después de diez días, ayer a la noche tuve un encuentro con mi amiga Andrea. Necesitaba divertirme. Yo no sonrío mucho porque directamente me río a carcajadas y entonces las lágrimas de risa me estallan todo el tiempo. Así que ayer estuve dos horas llorando de risa. Fue genial! Y, paradójicamente, recién hoy tuve la necesidad de escribir, de proyectar algunas cosas de trabajo, unas salidas con mis hijos, una salida con Aníbal, de leer algunos blogs amigos.

Me desperté numérica y hago cuentas probablemente sin sentido. Conté tantas estupideces! Entre otras cuentas, evalué que este blog lleva un mes y medio y sólo bajé dos kilos! Y la verdad es que no hice mucho. Ni siquiera estoy caminando!!! Es probable que empiece a proyectar mi asistencia a un grupo nuevamente. Aunque con esto de la gripe A me pregunto si habrá. Porqué no puedo cerrar los ojos y tener ocho kilos menos!!!!! Porqué en lugar de la cara, no se me caen esos kilos de más! Eh? Eh? EH?!

En estos once días se murió Michael, perdieron los K; ganó De Larvaez (larva menemista); el virus se propagó y el sistema de salud colapsó; las vacaciones de los niños serán eternas además de aisladas; se suspendió La era de Hielo 3… Pasaron demasiadas cosas. Y sólo pasaron diez días y mi silencio. Acabo de salir del coma. Necesito unas sesiones kinesiológicas. Unos masajes en mis neuronas, calor en mis emociones y láser en mi cintura.

Y esta vez estoy convencida de que puedo permitirme empezar a ser yo misma otra vez el día lunes. Me lo merezco.

sábado, 27 de junio de 2009

Ser Hija por un Ratito

Estos días de fríos acribillantes acompañados por un clima de elecciones, parates de consumo y silencios laborales me hacen pensar en mi mamá. No sé por qué. Ayer le mandé un mensaje de texto en el que escribí “Mami, qué frío. UPA!”. Mi mamá me respondió muerta de risa y medio melancólica “me encantaría abrigarte otra vez”.

Me quedó pegado ese mini diálogo y me di cuenta de que cuando nos hacemos adultos a veces nos olvidamos de ser hijos de nuestras mamás y ellas pierden la costumbre de ser las mamás de infantes aunque sigan hablando de nosotros como tales. Está bien debatir acerca de pavadas y algunos temas profundos, compartir compras, médicos, criticar a los otros (los que están fuera del círculo), escuchar monólogos que perdonamos sólo por el hecho de que nos parieron. Pero ser sólo hijo es increíble. Protegidos, abrazados, respaldados porque sí; sin pedir nada a cambio. De hecho, veo a Miranda y Gero tan naturales al demandar abrazos, besos, comida, baños, leche calentita, peine fino, ayuda con la tarea, una peli todos juntos y pijama party. A veces sólo quiero ser eso. Hija. A veces, y quizás, por creer desde muy pequeña en que la autosuficiencia era a los sopapos y repleta de carencias; ahora, por momentos me dan ganas de hacerme un bollito y demandar lo que se me venga en gana sin registrar si me lo pueden dar o si tengo algo a cambio a modo de devolución.

Quiero que mi mamá me haga una sopita de verduras, me tape con una frazada palette y me haga mimos hasta que me quede dormida. Después vuelvo a casa y a todo lo demás. Lo prometo.

miércoles, 24 de junio de 2009

Blancos y Radiantes

Estoy registrando ciertos mecanismos. Recordándolos como repetidos en el transcurso de mi vida y, aunque me dé un poco de pudor, necesito contarlos. He notado, últimamente, que tengo un vicio. Si viajo en subte o colectivo, si estoy en un bar o en una reunión cualquiera y algún hombre me mira y me parece interesante (por sus gestos y movimientos corporales, por sus ojos, por el libro que lee o sólo porque es bellísimo) le devuelvo la mirada e imagino cosas. Y por un ratito me enamoro.

Imagino sus historias, sus separaciones, sus heridas, sus gustos, sus puntos débiles. Fantaseo con el amor, los viajes por el mundo, la pasión de esos primeros tiempos. En mi cabeza esos hombres son cineastas, músicos, poetas, artistas plásticos, arquitectos o chefs porque obviamente tienen un alto nivel de sensibilidad. Siempre me pongo de novia con ellos durante los diez minutos que los tengo delante.

El problema es que me gusta gustar. Por ejemplo, mi hermana que es psicóloga decía que yo no podría hacer terapia con un hombre porque intentaría seducirlo. A mí me causaba gracia cuando lo repetía, pero ahora pienso en que es muy probable que ante un terapeuta masculino insista en un noviazgo platónico. El punto es que lo platónico es sentador por unos días y después se vuelve insoportable, con lo cual ayer también imaginé a un psicólogo hombre echándome a patadas de su consultorio por loca, por histérica.

Tuve tantos novios imaginarios. Inventé tantas historias. Muchas veces llegaba a casa exigiéndole a A. cosas que habían sido contratadas con mis amores de la fantasía, pidiendo cosas que, claro, él no podía adivinar. Me pasa algo buenísimo desde hace un mes y es que ahora esas historias las escribo. La que se pone de novia es otra mujer (que siempre tiene algo de mí), el novio es el que miro en el subte, en el colectivo o en un bar y las historias se enriquecen porque además no hay nada que reprimir.

Y hace 4 semanas que no molesto. Que no exijo nada y además puedo disfrutar mucho más de las sorpresas u ocurrencias de A. Tanto que me vuelvo a enamorar de él y entonces las frustraciones son menos y entonces como menos y entonces adelgazo más. Porque sí, todo está relacionado con todo.

viernes, 19 de junio de 2009

Mi psicológa y yo

Hace dos años y unos meses que empecé terapia con Fabi. Hice un montón de análisis en mi vida, pero esta vez fue distinto. Quería probar con la línea sistémica que por lo que me habían contado se abordaba de una forma más interactiva, más vincular entre el terapeuta y el paciente y mucho menos emparentada con el pasado. Ayer fue una sesión especial.

C.: Hacía tiempo que no pasaba por un día tan angustiante.
Fabi: Pero qué pasó?
C.: Es que siento que estoy de duelo, que me estoy despidiendo... Hoy a la mañana puse La Metro y no estaba Peña y me puse a llorar. Y me di cuenta de que no estaba llorando por Peña. Hace mucho tiempo que conozco su laburo pero hace dos años y pico que empecé a escucharlo todas las mañanas. Y su muerte me remite a la muerte de un montón de cosas. Te das cuenta de que empecé a escucharlo desde que vengo acá?
Fabi: Qué loco, no? Justo se muere cuando estamos a punto de llegar a tu alta. Pero quiero volver a este tema de la despedida. Te estás despidiendo de tus viejos refugios?
C.: Tal cual. Todos mis escondites más conocidos, los que para mí son accesibles pero, al mismo tiempo, nocivos. Ya no puedo acudir a ellos. No me sale naturalmente refugiarme en una porción de cheesecake, en mi adicción a la adrenalina, en querer resolver todo, en fantasear con lo inalcanzable o con lo irreal.
Fabi: Pero Caro, eso es buenísimo!
C.: Si, lo sé. Sé que es buenísimo pero tengo que reformular nuevos refugios y mientras tanto es como si me hubiesen dejado en bolas y en carne viva pasando tormentas y días de sol implacables. Duele y creo que por eso hoy es un día angustiante. Porque en un punto estoy despidiéndome de cierta inocencia, de mi parte naif, de todo lo que caducó.
Fabi: Nunca te vi tan vulnerable como hoy, tan femenina en cuanto a demostrar que necesitás apoyo. Hoy estás triste y dejás que te veamos triste.
C.: Si, estoy angustiada.
Fabi. No, Caro. Estás triste. Es diferente. Decilo.
C.: Sí. Estoy triste.

Se me llenaron los ojos de lágrimas. Y "MI" psicóloga se levantó de su sillón, se acercó, se sentó en el mío y me abrazó. Me conmovió. Y lloré, lloré tanto. Y mientras lloraba pensé en cuanto mejor estaba, en el buen trabajo que habíamos hecho juntas, en que muy pocas veces había lagrimeado en sesión y en que ese momento iba a ser determinante e inolvidable. Y, después de cinco noches insomnes, dormí plácida.

miércoles, 17 de junio de 2009

El verdadero significado de este blog

Este espacio tiene un significado y a casi un mes de su estreno me gustaría contarlo. Mi intención nunca fue escribir un sinfín de oraciones relacionadas a bajar de peso, las dietas, las calorías, la obsesión por la imagen y demases.

Empiezo el lunes representa la necesidad de expresarme pero, por sobre todas las cosas, de analizar lo que el cuerpo y la salud significan en mi vida y, quizás, en la vida de muchas personas más. La comida o el acto de masticar es un símbolo de mi adicción, de mi carencia. Cada uno tiene su mambo: algunos fuman, otros toman drogas o trabajan 24 x24, algunos tienen sexo tres veces por día están los que se quedan en la cama y no pueden salir, algunos no pueden terminar lo que empiezan, otros tantos no logran comprometerse con nada, y podría pasarme el día enumerando (mambos).

Mi vida está signada por las subidas y bajadas de peso. Marcan un momento en mi existencia y desde la femeneidad absoluta se me ocurrió que iba a estar bueno abordar el tema. Abordarlo desde lo cotidiano: las relaciones, los vínculos, el HUMOR, las fantasías, las emociones, el arte, la cultura. Porque en mí, el tema del peso está ahí siempre. Es aquello a lo que tengo que estar atenta.

Las crónicas del descenso de mis diez kilos de más son una realidad absoluta y el fin fue sentirme acompañada por la expresión de mis propios pensamientos pero más aún por los de los lectores porque suman tanto! Porque los grupos de pertenencia existen por algo y claramente tienen que ver con las identificaciones.

La idea, entonces, fue reflexionar acerca de estos abatares más femeninos que masculinos pero sin discriminación de géneros. Porque como comentaba un lector hombre el "empiezo el lunes" lo podemos aplicar a cualquier cosa. Qué problema tenemos con hacer lo que nos hace bien? Aquello que equivale a un espacio propio y bien egoísta: desde ir al gimnasio y tomar clases de origami hasta hacernos un control médico o simplemente mirar el techo!

Pensaba que me tomó 20 años de mi vida decidirme y darme el permiso de hacer un taller literario cuando desde chiquitita me la pasaba escribiendo sobre mi emoción! No es tragicómico? Y ahora Empiezo el lunes también se trata de sublimar, de encontrar ese espacio para descargar, para sanar heridas, para descansar. Porque, discúlpenme que me ponga maestra ciruela, pero para mi Freud se equivocó y la sublimación no es un mecanismo de defensa sino el método por excelencia para estar mejor, para sentirse bien. He dicho!

domingo, 14 de junio de 2009

Eterno Resplandor de un Carbohidrato sin Retorno

El viernes dije "como estos chocolates y listo";
El sábado comí pizza casera y pensé "y bueh, ya fue. Fin de semana perdido";
Hoy comí pochoclo en el cine y repetí "empiezo mañana, lunes";
Y recién acabo de emitir el siguiente pensamiento "ups, mañana es feriado. Asi que empiezo el martes". Lo dije y experimenté un sobresalto de espanto. Como si estuviera viendo "La Llamada"o "El grito".

Cada carbohidrato de más no tiene retorno. Se acumula en mi. Los gramos y los kilos me preocupan pero lo que me duele es la inconstancia, el abandono, la inconciencia. Los pensamientos nocivos se vuelven resplandor y es como si me marcaran un camino que persigo, zombie, sin evaluar riesgos y consecuencias. Me estoy excusando constantemente y en algún punto me estoy castigando por algo, o, quizás, soy una adicta a los carbohidratos y nada más. No puedo seguir así! Estoy tan angustiada. Cuando como tanto, además de sentir la panza llena, siento que la garganta se me cierra, las manos se me hinchan y es como si se me inflaran las emociones. Entonces tengo dos opciones: registrar y empezar de nuevo o atragantarme con cuanta caloría se me atreviese por el camino.

Casualmente este blog y esta dieta a medias, fueron iniciados un día feriado. Asi que vuelvo a la fuente. Quiero concentrarme otra vez. Estoy en el mismo peso hace dos semanas y hasta me da verguenza decirlo. Recién llego a casa despues de una jornada de salida en familia y los primeros pensamientos son estos mismos que expreso. No tengo que pensar más. No tengo que tomar decisiones. Simplemente tengo que hacer o no hacer; tengo que concentrarme y nada más. El marco de la decisión en una dieta puede ser la excusa más larga de nuestra existencia. Así que retomo en este mismo instante. Marche un litro de agua para desintoxicar. Un cliché, sí. Y qué?

viernes, 12 de junio de 2009

El Multitasking

Miles de investigaciones hablan del multitasking, de las nuevas generaciones aptas para realizar varias actividades al mismo tiempo. Y, claro, la gran referente es la mujer. Ahí va un ejemplo:

-Me levanté a las 7 como todos los días. Desperté a Gero y Miranda, puse el agua para la leche y mientras se calentaba me pesé, anoté mi peso, me vestí, me pinté una pestaña. Serví la leche, nos sentamos a desayunar, terminé con la otra pestaña, firmé los cuadernos de comunicaciones. Les di un beso y salieron con su papá hacia el colegio. Me cambié dos veces frente al espejo, cargué la cartera y salí hacia una reunión. Mientras esperaba, mandé mails de trabajo, retoqué el guión del acto del día de la bandera para el jardín de Miranda (actuamos los papás), busqué unas estampas para la colección primavera verano que estamos diseñando (nuevo proyecto textil familiar), y anoté algunas ideas para el taller literario.

Llegó mi cita. Hablamos de estrategia comunicacional. Terminamos y pasé por la casa de pastas para comprar algunas para la cena. Fui a buscar a Miranda al jardín, almorzamos, le di besos para que durmiera la siesta y me fui a un taller de moldería en La Tablada. LA TABLADA!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!! Taaan lejos!!!!! Es increíble lo alejados del mundo bonaerense que estamos los que vivimos en Capital. Tuvimos una reunión muy productiva. De ahí, la contracara en Palermo con una diseñadora de ropa de chicos que quiere hacer medios para el día del niño. Pedí turno para dentista, pediatra, ginecóloga y peluquería para que padre e hijos se corten el pelo. Volví a casa, le di una mano a Gero con la tarea, hice las compras por Internet, leí un par de blogs amigos, puse la mesa, cenamos. Me bañé, charlamos con Anibal acerca de proyectos, nos reímos de algunas cosas mientras me quitaba la pintura y así, sin pensarlo me desmayé hasta la 7 de la mañana de hoy.

Siento que vivo una carrera contra el tiempo. Es el tiempo lo único irreversible. Es el tiempo lo que me angustia, lo que busco, lo que me mueve. Quiero más tiempo! Releo lo que escribí y me asombra todo lo que hice. Hay días que me encantan y me hacen sentir poderosa; pero hay días como ayer en los que pienso que el feminismo es un blef. Que hay algo de extremo en todo ésto. Y a veces fantaseo, de un modo ridículamente ingenuo, con ser millonaria y dedicarme a hacer cursos, viajes y masajes!! Y ver muchas muchas muchas películas y, en tren de sueño -ya que estoy- me quito los casi nueve kilos de más.

miércoles, 10 de junio de 2009

La Duda

La semana pasada fue un fallido. No sé si hacer la dieta de las 600 calorías o la de 1300. No se si Ravenna o Cormillot. A veces me agoto. Y no quiero saber nada!

Y encima los días féminos me envuelven. Y a veces me ponen triste, a veces eufórica, otras filosófica y, muy de vez en cuando, me vuelven iracunda. Creo que estoy así. Con ira. Y entonces muerdo.

lunes, 8 de junio de 2009

El Otro Hombre de mi Vida

Ayer fue el segundo día que Gero levantó fiebre. Y entonces nos fuimos al hospital. Una simple gripe estacional. Cada vez que mis hijos tienen un malestar, aunque sea mínimo, no paro de reaccionar y tomar decisiones pero cuando me relajo quedo conmovida.

Gero tiene 9 años y es el Niño-Hombre más inocente y sensible que conozco. Habla cuando lo necesita pero cuando lo hace es con facilidad, tiene el don de la palabra exacta. Lo que vé, lo describe; cuando experimenta es con toda su existencia y mantiene un halo de ingenuidad sabia por siempre.

A los 4 años. En plena etapa de feria de arte anual del jardín. Gero en el balcón.
Gero (pateando la pelota): La tiene Van Gogh, se la pasa a Dalí, la lleva Picasso…. GOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOL DE PICASOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOO!

A los 5 años. Entramos a una iglesia por el bautismo del nene de una amiga.
Gero (susurrando): Mami?
C. (susurrando también) Qué, Gero?
Gero: (señalando el Cristo enorme que lo enfrentaba) Viste quién está ahí?
C. (impresionada por el sufrimiento de ese Cristo y en particular por lo que Gero iba a decir) Quién Hijo??
Gero: Está Tarzán, mami!!!!! Y está trepando!!!!

A los 6 años. En casa.
Gero: Entonces los Reyes y Papá Noel son los papás?
C. y Aníbal: Si, Gero. La verdad es que sí.
Gero: Entonces el Ratón Pérez también son los papás…
C. y Aníbal: Si, hermoso! Estás triste?
Gero: No, no. Pero (con estrellitas en los ojos), entonces cuando me voy a dormir ustedes se hacen chiquitos para dejarme la plata del ratón debajo de la almohada??

A los 7 años. En el colectivo.
Gero: Vos sabés mamá que hay hombres que se enamoran de hombres y mujeres que se enamoran de mujeres y que se llaman gays?
C.: Sí, Gero. Es así. Pero vos cómo sabés? Quién te contó y porqué?
Gero: Facu nos dijo. Pero mamá (con un tono preocupado) ellos saben que no van a poder tener hijos??
C.: Claro Gero. Son adultos.
Gero: Vos conocés algún gay?
C.: Viste mi amigo Juan…
Gero: JUAN ES GAY?????????? Vos le avisaste que no va a poder tener hijos???
C. (muerta de ternura) El ya lo sabía Gero. Quiero decirte algo igual. A veces a las minorías se las maltrata y se usan palabras horribles que descalifican. Como “puto” por ejemplo en cualquier contexto. Y uno tiene que tener cuidado porque no sabe qué le pasa a los demás.
Gero: No te preocupes mami. Entiendo. Hay negros, hay judíos y hay gays. Y está todo bien!

Hoy. Me pesé y esta semana no bajé ni un gramo. Me senté en la cama y con enojo me quedé mirando la nada. Gero que no fue al cole pasa y me vé.
Gero: Qué pasa?
C.: Nada, por?
Gero. Algo te pasa. Qué pensás?
C. Nada, Gero. Es lunes y me cuesta levantarme.
Gero (se acerca y me abraza). Te quiero mucho. Ya va a pasar. No es grave. Me hacés la leche?

Y, así, muerta de amor me fui flotando hacia la cocina. Sabiendo que las palabras de mi hijo no podían ser más simples y más ciertas. Asi que sí, una nueva semana comienza.

jueves, 4 de junio de 2009

S.O.S.

A los seis años adquirí una habilidad, una característica. La curiosidad por los sabores. Casualidad? No creo en ellas. Pero de niña prefería las batatas a las papas; las aceitunas a los chizitos; las frutillas a las bananas; los alcauciles y espárragos a los tomates, las costillitas de cerdo a las milanesas.

Siempre probaba. Estaba dispuesta a degustar todo. Si en mi niñez hubiera existido elgourmet.com probablemente hoy estaría internada de por vida en la clínica de Cormillot.
Después se sumaron las pastas rellenas, los champignones, las frutas secas, los pescados, los chocolates, los quesos fuertes, y sí podría seguir de por vida enumerando todos la comida que me cautiva (que en realidad es casi toda).

Ahora bien, estudié Comunicación y Periodismo y "la palabra", "la construcción del lenguaje" representan una debilidad (otra más) para mi vida. Después de experimentar en agencias, decidí formar la mía y nos dedicamos a la comunicación creativa y estratégica. Trabajamos con marcas dirigidas al consumo (gourmet, moda, belleza, decó, arte) sin embargo y sin buscarlo, el 70% de nuestros clientes son gourmet. Es ésto una prueba que el destino interpone en mi camino hacia mis diez kilos de menos?? Pasaron más de 30 restaurantes, 5 cadenas de pastelerías y confiterías increíbles, bodegas, aceites de oliva boutique y más.

Pura causalidad! Alma de gorda! Estudié comunicación en lugar de cocina e igualmente estoy ahí; oliendo, degustando y teniendo sensaciones orgásmicas con algunas recetas. Cómo es posible que de todas los mercados en el mundo haya caído en el que más amo y odio al mismo tiempo! Sé la respuesta y aunque por momentos me desvela, también lo disfruto.

La semana que viene tengo una prueba de carta y una degustación de vinos. Ustedes, discúlpenme, pero aunque digan que es lo que un verdadero sommelier hace yo no puedo escupir cada sorbo de vino. ME NIEGO! No sé cómo darle un solo mordisco a cada preparación que me sirvan. Y lo peor es lo que me pasa después. Hay sabores que se quedan inmantados en el paladar y van mutando, algunos explotan como fuegos artificiales, otros me retrotraen a épocas, a momentos, a espacios; y yo, debo confesar, entro en trance. Así que necesito hacer una lista de las actividades que realizaré después de pasar por cada degustación. La idea es no seguir comiendo! Espero consejos!!! Hoy Más que Nunca!

miércoles, 3 de junio de 2009

Adelgázame

Cuando exploté, unas o dos veces, el jean de siempre pasé por situaciones muy parecidas. A enumerar:

-Lloré dos días seguidos tirada en el piso siendo la traba entre el interior y la puerta de la heladera (como en 9 semanas y media pero sin el sexo desenfrenado);
-Le eché la culpa al lavarropas por achicar mis prendas y convoqué una junta de técnicos de la empresa Drean;
-Planifiqué, obsesivamente, una dieta semanal que constaba de agua y caldo;
-Salí a caminar dos horas por día durante una semana desesperada;
-Me anoté en Aerobic (pasé por 20 clases distintas y duré en una porque me encantaba el profesor);
-Tomé clases de gimnasia acuática (éramos 20 viejitas divinas y yo);
-Practiqué tenis;
-Me pesé más de cinco veces por día;
-Me anoté en el Dieta Club (Plan Gold) y Leí el Pasarporte al Bienestar desde el principio hasta el final de corrido;
-Inicié el tratamiento con Sergio Iribarren (con presencia diaria durante los siete días de la semana);
-Bajé del placard la ropa encajonada (tengo un crisol de talles);
-Vestí de negro durante semanas;
-Me enojé con cuanto ser vivo se cruzara por mi camino;
-Recurrí a masajes linfáticos;
-Me aglotoné con litros de Villa del Sur;
-Estuve cautiva en mi casa sin salir durante un par de fines de semana seguidos para no tentarme;
-Firmé un pacto con mi abogado interior para alcanzar al "mantenimiento";
-Vi mi imagen en el espejo y visualicé la explosión de mi cuerpo;

Y acá estoy con mis diez kilos de más de siempre, dispuesta como nunca. Despierta. Ordenando mis prioridades. Buscando bajarlos pero concentrada también en adelgazar mi autoexigencia, mis emociones, mis expectativas, mi narcisismo, mi omnipotencia y mi locura. Bien, no?

lunes, 1 de junio de 2009

Un Té y un Gurú

En el departamento de "Aguirre", así llamábamos a nuestra casa de Almagro hace casi 28 años, conocí a Lorena. Teníamos cinco años y el edificio era como un condominio con jardín. Yo llevaba mi triciclo y ella un hilito del que colgaba un peluche sucio simulando ser su mascota. La miré. Me Miró. Nos sonreímos y ahí comenzó nuestra amistad. Compartimos cuartos, juguetes, historias fantásticas, cornisas, tuttifrutti, ahorcados, los padres, los abuelos, elásticos, horas de teléfono, Clave de Sol, los primeros corpiños, los primeros asaltos, la vida. Nunca los colegios.

Al terminar el secundario algo pasó y comenzamos a entendernos cada vez menos. No nos quedaba casi nada en común. En plena era menemista, un día me llama eufórica diciéndo que después de tanto buscar había encontrado lo suyo y que era lo espiritual, el insight, la era new age, juan cruz bordeaux y es todo lo que recuerdo porque sinceramente mi estado de shock sólo pudo retener palabras sueltas.

Ahí se dió el quiebre. Ahí perdimos cotidianeidad y comenzamos a vernos, por respeto a nuestra infancia y recuerdos, sólo en fechas de cumpleaños, fiestas de concubinatos, embarazos, partos. No puedo olvidar el día que nació Miranda. Lorena entró, me miró y vió mis lágrimas arrebatadas, la alzó a upa, la miró, le tocó la cabeza y me dijo "tu hija es una niña cristal". Sí! No me dijo es hermosa, se parece a Mongo, y te felicito. Afirmó es una niña cristal y, así con puntos y todo, casi me levanto de un impulso para sacarle a mi nena índiga de sus brazos!

Lorena cumplió 33 y sus festejos son cada vez más aburridos. La temática de ayer fue un Té en Casa. Fui con otra amiga que compartimos. El plan era estar juntas para no sufrir tanto. Llegamos, había desfiles de tortas y cosas dulces, Té y, por suerte, un espacio en la mesa de cosas light muy ricas. Allí nos sentamos. Comenzamos a asimilar el living con la mirada y nos encontramos con un grupo de mamás "amantes de las escuelas Waldorf".

Mamá Waldorf: Es genial; los chicos salen del sistema. Se relacionan con animales, nada es obligatorio, no tienen tarea. Conocés estas escuelas?
C.: Me hablás a mi?
Mamá Waldorf: Si,claro! Hacete amiga!
C.: No, lo que pasa es que a mí me gusta la escuela como institución. Y busqué una escuela privada lo más parecida posible a una escuela pública.
Mamá Waldorf: Sí, pero viste que tienen muchas obligaciones y no se conectan con la naturaleza y los llenan de yogur, danoninos y leche.
C.: Pero eso que tiene que ver?
Mamá Waldorf: Es malísimo para la salud de nuestros hijos
(Inevitablemente se reprodujo en mi interior la música que acompañanaba al Doctor Socolinsky).
C. (ya algo sínica y con el objetivo de sacármela de encima): te prometo que voy a averiguar.

De qué habla esta gente? Sus hijos viven en una burbuja, señores y cuando se encuentren con la vida real van a sufrir el cuadrúple de lo que sufrimos el resto! Me revienta lo sectario, me hace mal, me genera rechazo, soy racista de lo fanático y tiemblo espásticamente cuando escucho semejantes boludeces.

Lorena estaba con luces en los ojos, nos miraba cómplices y asentía como diciéndonos "las voy a sorprender". Aplaudía y gritaba "chicas chicas, vayan a hacer pis que cuando empiece
"la actividad", nadie se va a querer levantar".

Sinceramente nos parecía cliché, pero pensamos que iba a traer a unas de esas charlas de sexo en las que venden juguetes para el amor y esas cosas. Nos preparamos en el living, nos sentamos y aparece un tal Roberto Máximo con cara solemne explicando, "estoy acá para hablarles de la vida, de la aceptación, de la autoestima y de cómo vivir mejor". Dejé de sentir la sangre fluir, los músculos de mi cara se congelaron porque pensé "este tipo en cualquier momento pone música y empieza a sacarse la ropa". Pero No. Impostó la voz y se puso a hablar básicamente de historias de autoayuda, de folletín pedorro, del sufrimiento. Me sentí dentro del programa "No sufra más" de los pastores de América (que dicho sea de paso para los sociológos es una clase magistral) y recordé a Nacha escribiendo en el viejo espejo de Canal 7 con rouge "Me gusta ser Mujer".

No podía creer lo que estaba viviendo. No podía entender la cabeza de Lorena. No pude dilucidar las caras de sorpresa de las concurrentes Algunas lloraron emocionadas por lo que este sángano decía, otras se abrazaban y asentían identificadas y él, las tocaba también para calmarlas y darles su bendición.

De más está decir que después de una hora y cuarto de martirio, me levanté, saludé a Lorena y le dije Feliz Cumpleaños.

Lorena: Ya te vas?
C.: Si, Lore. Tengo que preparar uniformes de los chicos, las cosas de mi laburo.
Lorena: Bueno, pero hoy es más importante. No?
C.: Bueno, pero ya estuve. No seas rompe.
Lorena: Te gustó el profe? Viste que genial?
C. : La verdad no me gustó pero lo importante es que a vos te guste.
Lorena: Comiste? Estaba todo rico?
C.: Por suerte comí muy poco, pero lo que probé estaba muy rico.
Lorena: Bueno Caro, Chau.
C.: Chau.

Y me fuí con un "hasta nunca resonando en mi cabeza". Triste porque sabía que era el final absoluto de nuestro vínculo y feliz porque la sorpresa me dejó sin hambre y además tras siete días bajé un kilo doscientos!

domingo, 31 de mayo de 2009

Te Dije que NO. Pero SI.

Situación.
Sábado Lluvioso. A. se quedó en casa esperando a que su hermano viniera a buscar a los chicos para llevarlos al cine. Yo decidí ganar tiempo y me fui a hacer las compras de la semana. Antes fui a Hausbrot para elegir una rica ensalada, unas empanadas de salvado para la cena y al Videoclub.

En el súper y ya casi terminando, suena mi teléfono. Era el ringtone de A.

A: Ya se están yendo. Están re contentos! Te llevo los envases de coca?
C. (algo ofuscada de tanto esperar): Ya estoy en la fila de la caja. No tiene mucho sentido.
A.: Entonces qué hago? Voy a buscarte o te espero acá?
C.: No. No vengas. Quedate. Yo enseguida voy para allá.

“Cuándo vas a entender que cuando digo NO, lo hago para sumarle algo más al efecto sorpresa que espero. Que me convenzo de que no vas a venir pero en el fondo anhelo que aparezcas empapado por la lluvia, ávido por ver a tu amada detrás de un changuito repleto de cereales de tigres, alimento infantil con dinosaurios y coca Light”.

Cuándo los hombres van a entender que nosotras las mujeres somos amantes del Efecto Sorpresa (en mi caso sin mucha cursilería). Cuándo van a comprender que cuando decimos “dejá, mejor descansá”, es porque deseamos ser testigos de un esfuerzo exagerado para vernos, para experimentar cómo, ustedes, vislumbran nuestra sonrisa cómplice y nuestros ojos hormonales llenos de lágrimas.

En otro momento no muy lejano, hubiera llegado a casa despotricando. Y él me hubiese mirado desconcertado. Con la seguridad de lo que había escuchado y sin entender el transfondo de mi decir. Luego de descargarme, la angustia me hubiera jugado la peor pasada y la zambullida en la comida le habría dado paso al tan repetido “Empiezo el Lunes”.

Pero no. Llegué. Lancé un par de ironías. Lo abracé con un profundo amor y algo de resignación. Y preparé nuestra merienda. La mía, 200 calorías.

sábado, 30 de mayo de 2009

Qué Problema. No?

Sí. El problema es el fin de semana. Nadie puede negarlo. Para todos aquellos que intentamos bajar de peso y tenemos costumbre de disfrutarlo y esperarlo con la ilusión de un niño en vísperas de Reyes Magos, el mismo, Señores, se convierte en el momento más temido. Para aquellos que sufrimos de situaciones extremas, para aquellos que todo lo hacemos de más o lo vivimos a flor de piel, o lo sentimos cien veces más que el de al lado (y no por apasionados sino por exagerados) este es el momento de la atención, del registro, de medir las consecuencias.

Me pasa que llega el viernes a la noche y el primer síntoma es resoplar diez segundos seguidos despatarrada como si en ese exhalar descargara todas las presiones autoimpuestas de la semana. Después planifico lo que tengo ganas de hacer y siempre esos ganas vienen acompañadas por un appettizer, agape, picadita, infusión, colación, ingesta o como les guste llamarlo.

Viernes a la Noche= Pizza casera
Cine=pochochos
Cine en casa=chocolates
Salida en Pareja=restaurante gourmet (donde el aceite vegetal es una mala palabra)
Salida con amigos= si es a la tarde merienda con fosforitos y cheesecake; si es de noche fondue, paella o pastas!
Reunión con mamá: Facturas y scones
Reunión con mi suegra: embutidos, picadas (es celíaca asi que como no puede comer harinas la atiborramos de salamitos, bondiolas, quesos y más)
Reunión con papá: almuerzo en alguna parrilla rica
Si me quedo sola sola y no hay reunión con nadie=bandeja en la cama con cafecito y tostadas (algunas de mas) y litros de coca cola light
Domingo a la noche= si o si delivery

Sé que entienden la importancia del problema. Así que (me y les) prometo disfrutar sin la compañía de los carbohidratos del planeta y darme sólo uno o dos gustos medidos durante todo el fin de semana.

Palabra de Exagerada en Recuperación

viernes, 29 de mayo de 2009

Cortó el Cordón de Cuajo

Miranda tiene cuatro años y siempre fue una nena con carácter. Cuando crecía en mi panza y, por ejemplo, yo subía a un subte y alguien me daba el asiento, Miranda se estiraba de tal manera que me hacía saber que no quería estar en esa posición y así, resignada, yo miraba al solidario del momento y le decía “sentate, ella quiere estar parada”.

Miranda es especial, independiente, le gusta protagonizar, es aguda, puedo definirla como un mix entre Penélope Glamour (Los Autos Locos) y Robotech; tiene esa dualidad. Todos dicen que es una evolución de mi propio carácter y a mi me sorprende porque muchas veces Miranda me demostró que la complejidad de las mujeres es mucho más enorme de lo que realmente creía.

Ayer, mientras le ponía el pijama:

C.: ay cómo me gustan esos cachetes gordos para apretujar!!
Miranda (risueña pero distante): Yo no soy gorda, mamá

(Siempre me dice Mami o Ma. Pero esta vez me dijo MAMÁ)

C.: Yo no dije que eras gorda. Dije que tenías cachetes gordos para apretujar que no es lo mismo.
Miranda: Pero no. No tengo cosas gordas.
C.(con aires de maestra ciruela y poco realista): Pero hija. Es cierto; vos no sos gorda. Ahora, te pregunto: Si lo fueras cuál sería el problema? Si lo importante es ser buena persona, inteligente, saber disfrutar…
Miranda: Si, yo sé todo eso. Y yo soy buena y soy inteligente, pero no soy gorda.
C.: Es verdad, pero qué problema tenés con la gordura? Yo soy gordita y estoy bien, estoy contenta.
Miranda: No tengo problemas. Es que Vos sos gordita. Yo no.

Respiré profundo. Y cuando iba a arremeter con otra pregunta, me cayó la ficha, entendí lo que me había querido decir. Y con un orgullo que me desbordaba y un dejo de tristeza la abracé y le dije: “Tenés razón. Yo soy Yo. Y Vos sos Vos”.