Siempre me llamaron la atención las mujeres. Siempre quise ser como ellas. Comos todas las mujeres de mi universo. Hoy, ya no. Pero antes sí.
Mi abuela Matilde, la mamá de mi papá, fue uno de mis grandes referentes. Ella trabajaba como planchadora en casas de familia de la alta sociedad y cuando juntó el dinero que necesitaba echó a su marido “por vago, mujeriego y parrandero”. Ahí mismo se buscó uno nuevo; alguien sumiso, inocente y trabajador: Mi abuelo Eduardo.
Mi abuelita cordobesa era muy graciosa y rolliza. Tenía una nariz perfecta, respingada con pompón, unos ojos color miel cuya mirada hablaba. Cuando mi abuela me observaba no sólo lo hacía con amor y orgullo sino que me traspasaba con reconocimiento. Me sabía suya; hija de su hijo. Su casa, humilde, siempre olía a almidón y a las mejores recetas de campo. Para mí, era una Diosa del hogar. Le gustaba el tango pero la apasionaba el bolero. Me decía, “que hermosa voz tenés Carito. Yo sé que te gusta el rock y toda esa música que te hacen escuchar tus papás pero a mi me encantaría que aprendas las canciones de Manzanero”. Yo la complacía y al memorizar las melodías ella me grababa cada noche que me invitaba a dormir. Siempre me pregunté si, en mi ausencia, escucharía las cintas entre emocionada y muerta de risa.
Mi otra abuela quien se había acercado a la familia para “disfrutar de sus nietas”, tenía una casa en Guido y Ayacucho reluciente, con obras de arte colgadas en la pared, una biblioteca atestada de escritores y ningún síntoma de hogar. Mi abuelo era sordo, cualunque y maltratado por Nélida, la madre de mi mamá, que tenía la piel de porcelana. Lo curioso es que su frialdad también era como la porcelana. Nunca sentí afecto por ella. Pero su heladera tenía litros de Coca Cola y lo más increíble para mí era su televisor. Esa caja me permitió conocer a Niní Marshall y a Pepe Biondi. Yo no sé si a esa edad entendía pero me reía a carcajadas y jugaba a ser Catita frente al espejo de mármol de mi abuela.
En esa casa también estaba la hermana menor de mi mamá. Había vuelto de su viaje al Kibutz totalmente europeizada, moderna y caprichosa. Le encantaba jugar con nosotras y además nos usaba para encantar novios. Me peinaba, me compraba ropa linda y me llevaba a tomar submarinos a La Biela. Muchos hombres se sentaban en nuestra mesa a conversar; luego mi tía me dejaba en casa y ella se iba con el elegido de la tarde. Mi tía era muy divertida e infantil; y con ella aprendí sobre las artes de la seducción.
Ellas, las otras, las mujeres de mi vida me marcaron para siempre. Soñaba con cocinar y reír como mi abuela Matilde, con tener el control de las cosas como mi otra abuela, con divertirme como mi tía y con ser tan rebelde (así la veía yo) como mi mamá. Los hombres hasta ese momento no me importaban, no me llamaban la atención y los veía extremadamente débiles.
Sin embargo a mis cinco, cuando mi mamá perdió un bebé, todo cambió. Recuerdo que mientras lavaba los platos, sumergida en lágrimas nos dijo a mi hermana y a mí que el bebé no iba a nacer. Recuerdo el ruido del agua cayendo en la pileta. Recuerdo que sus lágrimas también caían estruendosas.
A partir de ese día y hasta los seis años no tengo imágenes de mi papá. Algo de mi mamá se perdió y probablemente yo, por un largo tiempo, quise hacerme cargo de encontrarlo. Entró en un pozo depresivo y fue un fantasma durante meses. Esa realidad, mi instinto de supervivencia, mis ilusiones y la visión equivocada del mundo me obligaron a tomar las riendas de mi vida. Decidí independizarme. Y, creo que de algún modo y desde la carencia absoluta, lo hice. Dejé de buscar referentes y quise convertirme en el mío propio. Comencé a tejer mis corazas de autoexigencias, manipulación, seducción y lírica que en ese momento me salvaron. Las otras. Todas corazas femeninas, complejas. Las otras Carolinas, las que me estoy quitando. Las que desaparecen y me alivianan.
Quebranto emocional
Hace 14 horas
Que increible! esa fusion de dos mundos tan diferentes, pero que te aportaron tantas cosas maravillosas, cada una con lo suyo.... con dos familias parecidas jamas lo hubieras logrado, jajaja. Despues por supuesto depende de vos y por lo que parece vas por buen camino (lo de los kilos menos vendran por añadidura,y no es lo mas importante) tu parte literaria esa muy interesante, te felicito!!!
ResponderEliminarUff! me encantaron tus recuerdos, sobre todo los de abuela Matilda. Para mi son muy fuertes los referentes femeninos con los que fui creciendo, son como un montón de caras que tengo. Algunas me gustan más que otras que (como vos) me quisiera quitar. Un beso!
ResponderEliminarDifícil quitarse todos esos papeles de teatro cuando los aprendiste tan bien y ya no sabés cómo interpretar ese personaje que está bajo tu piel. Creo que es posible, necesito creer que es posible porque estoy en la misma búsqueda. Y no sólo es posible por el esfuerzo, lo es por el tiempo: tenemos muchísimas obras de teatro a interpretar y en esas que nos quedan, podemos ser nosotras.
ResponderEliminarUn beso, Julia. Me hacen demasiado bien tus comentarios. Los espero ansiosa.
Me encanta como escribìs y describìs tus personajes contaminados de sentimientos.
ResponderEliminarCreo que no dejaste de buscar referentes, ya tenìas los que necesitabas. Y no hay mal que por bien no venga, si gracias a eso pudiste hacerte vos misma tu propio referente. Hay tanta gente que pasa una vida en buscarse y lo peor es que nunca se encuentra!
Besos
Claudita, gracias!! Y sí; la versatilidad de mi familia fue increible! Y más allá de las oscuridades siempre la valoro.
ResponderEliminarpez, esos referentes son increibles. Me está haciendo muy bien recordar todas estas cosas.
Lesbiana? veo que entendés muy bien lo que me pasa y me pasó. Muchas gracias de verdad. Y por lo otro GUAUUUUU! que bueno que te hagan bien!
Mai, se agradece mucho muchoo. !Quizas nunca nos terminamos de encontrar, no?? digo, no te pasa que todo el tiempo descubrís cosas nuevas acerca de vos?
Entiendo eso de ser muchas y una en si misma.
ResponderEliminarMe siento bastante identificada.
Un beso
uyyyyyyy que duro! y si, son cosas que pasan, desde la seduccion hasta la distraccion de la comida, no son mas que espejos que nos distraen de lo demas. todas las mujeres que me criaron son fuertes, habiles, sensibles, inabarcables, querer seguirles el paso me agoto y hasta hoy me agota... sacarlas de encima para florecer juro que es un compromiso de vida (y debido)
ResponderEliminarHola Juli, nueva lectora de tu blog, hoy llegue y hoy me lo devore.... me lo lei todo y siendo las 12:04, conlos ojos como dos huevos fritos, te digo EXCELENTE BLOG! me encanto, todito!!
ResponderEliminarTemas fundamentales que nos tocan a todas de cerca y el peso para mi es un exceso como te sucede a vos... tengo 8 kilitos de mas que comienzo a elminarlos mañana martes... hoy lunes feriado, ultimo dia de vacaciones, me daba fiaca.
Por mi lado, en los grupos de ALCO, es por ahora lo que me permite afrontar mi economia y lo que hace 2 años me ayudo a bajr los 20 kilos que me dejo mi primer embarazo...
Te seguire leyendo, apoyandote en las distintas etapas...saliendo de las mesetas, acelerando en los descensoa, estando, simplemente, comentando!
Besos, es genial el blog, gracias por compartir con nosotros!
Luminicus, hay algo de la naturaleza femenino que nos permite ser múltiples, no?
ResponderEliminarPaula, hay que salir del agujero interior!!!!
Patito bienvenida! y gracias por todo lo que me decís! y dale!!!! TE ESPEROOO!!!
Julia, me encanta leer este tipo de historias, y también se que son tristes. Creo que tu manera de contar las cosas hace que uno se enganche. Saludos!
ResponderEliminarJulia! No voy a cansarme de leer esas postales que nos regalas. De vos y, como hoy, de todas esas vos que acompañan tus historias.
ResponderEliminarBesos.