lunes, 16 de agosto de 2010

Irrisorio

En el medio de un torneo infantil de deporte, se me acercan unas mamás del cole radiantes, sonrientes, envueltas en calzas y zapatillas ultra enormes con opción de vuelo (estoy segura que esas zapatillas te permiten volar).

Mamás- Caro!!! Te queremos invitar a entrenar para un Maraton que se corre en septiembre. Va a estar buenísimo.
Caro: (en reposera con librito en mano) Ehhh... bueno, no sé. Lo pienso, si?

Me tomaron tan de sorpresa que les dije que lo pensaba. Ahora me río sola. Ilusas. No me conocen.

lunes, 9 de agosto de 2010

Pagame lo que me Debés!

Ayer me enteré de algo que me dejó sorprendida y en estado de análisis. Parece que nuestro cerebro tiene un habitante -desconocido por mí, hasta ahora-, llamado Sistema Opioide. Los médicos lo suelen llamar Sistema de la Recompensa, pero Opioide a mi me parece más simpático. La criatura tiene una característica odiosa y es que, ante situaciones estresantes como la angustia, la presión, el enojo, la impotencia o la decepción, le avisa al cerebro que necesita un placer inmediato, algo que lo recompense. “Pagame lo que me debés por tanta mala sangre”, dice Opi.

Hemos visto cientos de películas en las que “El” es abandonado por “Ella”, y entonces, “El” se interna en un bar hasta ahogarse en alcohol. También “Ella” que descubre que “El” la engaña con otra y, post ataque de furia, se sambuye en un sinfín de carbohidratos hasta terminar con la heladera (literalmente).

Entonces, estos impulsos tienen una razón científica y algunos le sumamos un determinado perfil psicológico que construye un Sistema Opioide más poderoso. El muy turro encima tiene Memoria! Es decir que si durante mucho tiempo, ante cada causa estresante, me clavaba una rodaja de pan casero, cada vez que algo me genere estrés el cerebro va a pedirme ese pedazo de pan pecador.

Pensé en distintas clases de personas. En aquellas que se regodean en la queja hasta el punto de la pasividad absoluta, en los que viven con miedo, en los que generan violencia, en los que se arriesgan continuamente, en los que sólo pueden criticar o, en los que para elogiar necesitan criticar algo más, en los que sólo añoran inclusive lo que nunca vivieron. Me preguntaba cuáles serían sus lugares de placer inmediato, sus recompensas (quizás esas mismas actitudes sean su lugar placentero, no?)

Pensé en mí y en mis conductas. Siempre supe que era una sobreviviente y creí que eso merecía una recompensa. Quizás el exceso fue la primera que instalé en mi Cerebro. Todo, Mucho, Nada, Fantástico, Maravilloso, Espantoso, Negro, Blanco. Y desde ya la comida, lo rico. Para esta sociedad aún es muy difícil aceptar que los excesos del comer también son una forma de adicción y tampoco conviene reconocerlo porque las empresas de alimentos deberían hacer un enorme recorte de su publicidad en la vía publica (y además yo me quedaría sin trabajo).

Siguiendo con “mi” sistema de recompensa entendí que va a ser importante debilitarlo. Tengo dos estrategias: Recompensar al Sistema Opioide con pagos más sanos, y matar mi creencia de que soy la única que soporta tanto y que por eso merezco algo más que los demás. Porque si soy sincera conmigo misma busco recompensas en situaciones que me dá vergüenza describir (pero lo hago y me la banco):

-Si tengo una pelea o discusión laboral, enseguida pienso en terminar el día en algún bar lindo, tomando el té con tostadas enormes, ricos sándwiches o algo dulce.
-Si se me rompe o pierde alguna prenda que me encanta, pienso en ir al Shopping a reemplazarla con 5 o 6 más. Tanto disgusto que me lo merezco (pienso).
-Si A. esta twiteando sin parar mientras lo espero en el cuarto, junto bronca y cuando vuelve -como no me puedo enojar profundamente con él- me siento acreedora de una hora de mimos mínimo.
-Cuando llamo a alguien dos días seguidos, espero que al día siguiente sea esa persona la que me devuelva el llamado.

Diganme que a ustedes también les pasa POR DIOS!

Y lo que yo digo ahora es que No va Más, porque además es un gasto de energía enorme. Así que vos, Ey, Sistema Opioide, tan zorrito, tan mosquita muerta ahí todo callado y tapado, preparate para soportar algunos cambios. Y te lo digo desde ahora. Que te pague Cadorna!