viernes, 12 de noviembre de 2010

Los 5 Síntomas del Exceso

Los excesos son crónicos. Es un hecho. Está comprobado. Por qué, entonces, los que padecemos no hacemos tratamientos crónicos. Es una pregunta que me persigue hace unos meses. Quizás sea un indicio de omnipotencia o de esperanza. De tener la creencia naif de que ese exceso va a desaparecer. Los excesos se reemplazan. También es un hecho y está comprobado.

Esta semana hice una lista de los 5 síntomas que me atormentan hace unos días:

-La Intolerancia. Es tan hija de puta que encima tiene una postura divina, erguida, enorme. Me la imagino con vestidos sensuales y femeninos, fumando con boquilla, igualita a las chicas de Mad Men. Pienso y, peor aún, digo “no soporto escuchar tantas estupideces juntas. Ya ni tolero a mis amigas. No quiero ver a nadie”. Es tremendo!!! Por momentos, esa Intolerancia me hace creer que estoy exenta de la estupidez y me convence –por un ratito- de que es mejor estar sola.

-Los Cambios de Humor. Son como Los Tres Chiflados. Está el que agrede, el que recibe las agresiones y el eternamente torpe verbal y conductualmente. Se juntan, me confunden y puedo pasar de estar alegre y feliz a convertirme en el ser más irascible sobre esta tierra. Y juro que no miento.

-Confundir no priorizarte con hacer lo que sea para encontrarte con tu exceso. En mi caso digo “tengo tanto laburo y responsabilidades que no tengo tiempo de ir a pilates ni a la nutricionista”. Cuando lo manifiesto estoy convencida de que es así y la conclusión siguiente es “no logro priorizarme”. Pero en el fondo sé claramente que en realidad me encanta comer y probar cosas ricas y que odio hacer gimnasia. En todo caso lo que priorizo es mi parte más enfermita. No?

-El narcisismo. Bello, elocuente, intelectual, con humor, altivo es mi ser narciso. Me hipnotiza. Me regodeo en mis teorías acerca de todo y todos que, queriendo o sin querer, me ponen en el centro de la escena. El punto es que de a poco el entorno o los que lo habitan comienzan a desaparecer. Y en el momento de ensoñamiento está bueno, pero luego irrumpe una soledad extraña.

-El ruido. Está en los pensamientos que por momentos se multiplican y se transforman en murmullos, en ronroneos, literalmente en ruidos. De alguna manera son espejismos que que me subyugan y luego me paralizan.

Cuando aparecen estos síntomas, necesito tomar decisiones. Moverme. Dejar de juzgar a los demás, reencontrarme con la estabilidad, tomar conciencia de mi relación con la comida, confundirme entre los demás y abrazar al silencio cerebral que tanto bien me hace. A veces puedo sola y a veces no. Ahora no. Asi que retomo tratamiento intensivo. Y me sigo preguntando lo mismo, los excesos así como las enfermedades crónicas no necesitarán tratamientos crónicos????