lunes, 24 de enero de 2011

Exceso de Amor

Este fin de semana vi “Jack Goes Boating”, una película dirigida por el actor Philip Seymour Hoffman. Es un film que habla de soledades pero básicamente es una historia de amor contada a través de un guión simple. Esa simpleza tan humana que asusta. Un hombre que aprende a nadar, a cocinar, a manejar un bote por el amor de una mujer. De la que parece ser la mujer de su vida.

Me encantó y me dejó pensando. Preguntándome cosas. No llegué, ni creo llegar a ninguna conclusión definitiva pero no puedo dejar de repetirme que probablemente todo lo que hacemos, lo hacemos por amor. Latimos en busca de cariño y de todo tipo de afectos. Pienso en las clases y cursos que tomé. En los libros y películas que devoré en son de compartirlos con alguien más, de conversar acerca de esas historias, de expresar mis pensamientos y sensaciones y escuchar las de los otros. Contabilizo todos los deportes que probé, las sesiones de terapia, los grupos e inclusive esto del blog. Y creo que todo lo que hice fue en busca de amor.

El exceso de hacer para recibir. Está mal? No lo sé. No me arrepiento porque recibí experiencias maravillosas. Creo fehacientemente en mi individualidad, en respetar mi espacio conmigo, en profundizar sobre aquello que me dá placer, que me permite sublimar. Muchas veces me repito que es vital querer ser mejor, evolucionar y realmente lo creo ahora que lo escribo… pero si me pregunto para qué… la única respuesta que me queda es “para ser amada, querida; para compartir”.

Pienso en los perfumes que me compré para crear un recuerdo, en las comidas que preparé, en los discos, en las películas, en los libros, en mi carcajada, en mi decir. Y sí, todos estamos pululando en busca de amor, de afecto. Inclusive hay situaciones de los otros que me generan una enorme ternura. Ver a un hombre aprendiendo a saborear una copa de vino para conformar a su compañía me llena de amor. Cuando alguien se emociona y decide contarme ciertas intimidades, cuando alguien me muestra lo peor de sí, cuando ese mismo decide contarme cada uno de sus sueños y pesadillas o simplemente recomendarme un libro; todo eso hace que yo lo quiera un poquito más.

Por supuesto que nadie anda por la vida especulando qué hacer para que lo quieran. El punto es que esta necesidad está implícita en nuestra naturaleza. Y hacemos, probamos, porque para colmo está la sospecha continua de la finitud de cualquier tipo de amor. Y entonces, quizás, exprimimos el momento; le sacamos el jugo y nos excedemos en querer ser amados y amar. No voy a llegar a ninguna afirmación ni pensamiento final que corone este borrador de palabras, pero la sensación que me queda es que no todos los excesos son malos.

5 comentarios:

  1. LO EXCESIVAMENTE HUMANO ASUSTA . TIENES ABSOLUTA RAZÒN . ¡ SALUDOS !

    ResponderEliminar
  2. En el libro "Crónicas del Ángel Gris" hay un capítulo donde un señor hace un montón de cosas por su amada, aún cuando ella ni se entera y ni siquiera es capaz de retribuirle el amor. Pero el tipo es mucho mejor persona intentando complacerla, siendo sabio e instruido, más allá del rechazo de la dama.

    Todo es por amor y el exceso de amor nunca es malo. Si hablamos de obsesiones, ya es otra cosa tirando para las patologías...

    Placer leerte!!
    Besos!

    ResponderEliminar
  3. michelle, asusta que asuste, no???

    Etienne, me encantó tu comentario!!! y gracias como siempre!

    ResponderEliminar
  4. como me gusta leerte!!!
    hace mucho que no lo hacia.
    cuando te descubri me adicte, y me lei un monton de entradas, ahora me voy a poner al dia.

    ResponderEliminar